La marcha del pasado domingo 13 fue exitosa más allá de los números. En apoyo de lo anterior habría que recordar la espontaneidad con la que asistió la gente y el ánimo que los acompañaba; la convicción de hacerlo en defensa del INE, una institución fundamental para la democracia y la libertad en el país; la claridad de la consigna que generó y compartió la marcha: "¿Y yo a que vine? .... a defender al INE"; la diversidad de los grupos sociales que participaron y su sentido de camaradería; la presencia de jóvenes y de familias completas; al igual que el orden y el respeto prevalecientes, entre muchas otras características. Se trató, ni más ni menos, de una auténtica expresión plural y ciudadana, propia de una sociedad democrática. También fue exitosa porque nos ha permitido ver las reacciones del presidente, de sus colaboradores y simpatizantes.

Preocupa la actitud del presidente López Obrador. Inquieta por reiterada. Por las acusaciones infundadas y por tanto sin prueba alguna, las descalificaciones, insultos y amenazas que reparte entre quienes pensamos de forma distinta a él y por el tono utilizado. Por su incapacidad para asumirse como el presidente de todos y entender que su tarea consiste en unir y no en enfrentar, en convocar y nunca dividir. Fui formado en la idea de que la presidencia de México es una institución a la que se debe respetar y que todo inicia por lo que hace quien ejerce la titularidad del poder ejecutivo federal. Lamento que el presidente no se ajuste a esa condición. Quien no se respeta, no tiene autoridad para pedir a otros que lo hagan. La investidura presidencial se lastima con actitudes como las que él asume. Un presidente que insulta se rebaja.

Los servidores públicos solo pueden hacer lo que tienen permitido en la legislación. Por supuesto que ofender, insultar, amenazar o faltar al respeto, no forma parte de las atribuciones o capacidades de los servidores públicos incluido el presidente del país. Por su parte, a los ciudadanos solo nos está prohibido lo que expresamente así se marca en la ley. Opinar, disentir y participar en marchas ordenadas no sólo no está prohibido, forma parte del régimen de libertades que tenemos en el país. Sé que este es un deseo que caerá en el vacío, pero sería bueno que el presidente reflexionará y cambiará su actitud. Los votos que obtuvo en 2018, la aceptación que tiene entre la población y el alto cargo que ocupa, no le dan derecho a insultar a nadie y menos a violentar frecuentemente la ley.

El país requiere de un presidente objetivo, flexible y dispuesto a tomar decisiones después de escuchar a los demás. No de uno cerrado a los puntos de vista de otros, comprometido solo con su propio parecer, sin capacidad para reconocer errores, omisiones e insuficiencias y por tanto sin la disposición para modificar pautas y conductas cuando así corresponda. Se necesita de alguien que piense y gobierne para todos y no de un jefe de facción. Requerimos de un líder con autoridad moral y no de quien solo ejerce el amplio poder presidencial que otorga nuestro sistema. El tipo de líder que México reclama es el de un constructor político, un hacedor de realidades, una persona tolerante, prudente y generosa. Por desgracia, este no es el perfil del presidente López Obrador. Su convocatoria a la contra marcha así lo demuestra.

Exrector de la UNAM. @JoseNarroR

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