José Manuel Valiñas

El sabotaje del tercer candidato

José Manuel Valiñas
31/05/2024 |01:57
José Valiñas
Autor de OpiniónVer perfil

El 10 de agosto de 2000, Robert F. Kennedy Jr. publicó un artículo en el que sostenía que la candidatura de Ralph Nader, un tercero en disputa entre Al Gore y George W. Bush, no traería más que cosas negativas para Estados Unidos.

Nader se presentó a esa elección como representante del Partido Verde, uno de esos casos en los que ha habido un tercer candidato relativamente competitivo dentro del típico sistema bipartidista estadounidense. En aquella ocasión, Robert Kennedy Jr. (sobrino del expresidente asesinado John F. Kennedy e hijo del procurador Robert Kennedy, también asesinado), escribía que Ralph Nader era su “amigo y héroe”, pero que su candidatura consistía en una amenaza porque podría “desviar votos de Al Gore… y conducir a la elección de George W. Bush”.

En ese entonces, adivinan, Kennedy Jr. era demócrata, y le parecía una verdadera catástrofe que llegara Bush al poder. Pues bien, la catástrofe y la profecía se confirmaron porque, efectivamente, Nader le restó votos a Al Gore, votos con los que hubiera ganado. En Florida, el estado donde todo se decidió, Nader tuvo 97 mil votos, y Gore perdió sólo por 500. Muchos historiadores, incluido el consejo editorial de The Economist, trazaron la historia completa de esos comicios y llegaron a la conclusión de que fue Nader quien impidió que un político civilizado de centro-izquierda llegara a la presidencia, en lugar de un derechista con una agenda inconfesable.

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“Aunque sin duda atrajo a algunos que no habrían votado si él no se hubiera presentado –escribió The Economist–, la mayoría de ellos habrían sido partidarios naturales de Gore. Sólo el 0.55% de sus seguidores en Florida habrían tenido que votar por Gore para cambiar el resultado. Si Nader no hubiera estado en la boleta electoral, es prácticamente seguro que Gore habría llegado a ser presidente”.

El resultado, que todo el espectro de la izquierda y centroizquierda de Estados Unidos le debe en última instancia a Nader, fue para muchos el siguiente: llegó al poder el neoconservador más radical quizá desde los tiempos de Nixon (ni siquiera se puede comparar con Reagan, que era un tipo más bien decente, dentro de todo). Y lo catastrófico fue que desató la guerra más calamitosa e ilegal posible, la guerra de Irak (de igual modo, son muchos los observadores que sostienen que esa guerra no hubiera tenido lugar si Gore hubiera sido el presidente).

Al igual que Nader en 2000, ayudando indirecta pero concluyentemente a un republicano ultrarradical a llegar al poder, Jill Stein, su correligionaria en el Partido Verde, ayudó a Trump a alcanzar la Casa Blanca, pues éste obtuvo en 2016 menos votos que ella en los estados clave de Michigan, Pensilvania y Wisconsin (cero y van dos para los verdes estadounidenses, supuestamente progresistas).

Este año también se va a presentar Jill Stein, pero no se considera que mueva prácticamente nada las tendencias, como sí las podría mover Kennedy Jr., que tiene tracción entre los votantes más jóvenes.

En ese lejano año 2000, seguía escribiendo Kennedy Jr. lo siguiente: “Nader descarta su papel de saboteador argumentando que hay poca distinción entre los candidatos de los partidos principales y que Gore ha cedido en demasiadas cuestiones, pero decir que no hay diferencia entre Gore y Bush es irresponsable”. Y quizá estaba insuflado por un arrebato de patriotismo y responsabilidad cívica cuando concluyó: “un voto por Nader es un voto por Bush”.

Hoy que se acerca la elección más determinante quizá de la historia de Estados Unidos, ese mismo Kennedy Jr. está tomando el papel de esquirol que le reprochaba tan abiertamente a Nader 24 años atrás. Hace unos meses decidió dejar el Partido Demócrata para buscar una tercera candidatura a la presidencia. Sin oportunidad ninguna de ganar, por supuesto, pero sí cosechando los suficientes votos para desbarrancar a una de las opciones que sí tiene posibilidad.

Es de todos conocido que las elecciones en ese país se dirimen en poco más de seis estados (que a veces votan demócrata y a veces republicano, como Michigan, Wisconsin, Pennsylvania, Nevada, Arizona y Georgia), y casi siempre el resultado se dirime por un puñado de votos. Así que una candidatura como la de “Bobby” Kennedy Jr., que tiene entre un 10 y un 16% de intención de voto, puede mover la balanza.

Conspiranoico serial

Hace unos días, le dio una entrevista a la periodista Erin Burnett, de CNN, quien lo cuestionó sobre lo que dijo en la elección Bush-Gore. El sobrino del mítico JFK dio vueltas retóricas para salir del apuro, y olvidando que alguna vez dijo que Nader era “irresponsable” porque sostener que no había grandes diferencias entre Gore y Bush, ahora le parece que un presidente progresista como Joe Biden es un “peor peligro para la democracia” que el mismo Trump. Burnett lo acorraló al preguntarle cómo era posible que sostuviera que algo es peor para la democracia que tratar de revertir una elección legal, como hizo Donald en 2020. Una vez más, Kennedy se salió por la tangente, diciendo que era peor Biden porque, según él, les había pedido a Instagram y a Twitter que dejaran de publicar sus posts, en una victimización que resultaría cómica de no ser por todo lo que implica que un personaje de esa calaña intelectual se presente a la presidencia.

Robert F. Kennedy Jr. no es ajeno a los argumentos inventados y a las teorías más delirantes posibles. David Remnick publicó en The New Yorker un amplio texto sobre sus chifladuras. La lista no es sólo alucinante, sino profusa. “Está lleno de teorías de conspiración: el Prozac es la razón de los tiroteos en las escuelas, las vacunas causan autismo”. Y la enumeración apenas comienza. Remnick resume así su experiencia de entrevistarlo: es como cuando te encuentras en el asiendo de al lado del tren a un extraño aparentemente amable y le haces una pregunta sencilla… y horas después sigue hablando “del fraude de las vacunas contra el Covid, de cómo lo ‘desplazaron’ injustamente en las redes sociales por soltar teorías de conspiración, de cómo se fabricó el SIDA para que las farmacéuticas vendieran más medicinas, de cómo las nuevas tecnologías como el 5G son instrumentos totalitarios que podrían ‘controlar nuestro comportamiento’, de cómo el Wi-Fi causa ‘fugas en el cerebro’. Después de un tiempo, empiezas a preguntarte por qué te subiste a ese tren. Pero es muy tarde estás atrapado en el asiento”.

Kennedy cree que los confinamientos durante la pandemia los impusieron los políticos para enriquecer a los multimillonarios y que el asesinato de su tío fue obra de la CIA, porque se enojaron cuando no pudo invadir Bahía de Cochinos. Y sobre la muerte de su padre, afirma que hubo un segundo tirador, que hubo balas perdidas y un abogado de la mafia cuyo cuerpo fue encontrado más tarde “cortado en cien pedazos". Cree que los químicos en el agua convierten a los niños en transgénero y ha dicho que los chinos y los judíos son inmunes al covid-19, y que el uso de cubrebocas y los confinamientos durante la pandemia eran medidas de un régimen autoritario.

“Hasta en la Alemania de Hitler podías cruzar los Alpes suizos, podías esconderte en un ático, como hizo Ana Frank”, pero no en el EEUU de la pandemia, llegó a decir. Ah, y claro, no podía faltar, opina que el apoyo que ha dado Biden a Ucrania ante la agresión rusa es porque quiere “alentar la guerra”, y que Putin tiene buenas intenciones. En un libro que publicó en 2021 acusó a Anthony Fauci, a quien le tocó lidiar desde el gobierno con la pandemia, de “orquestar y ejecutar el histórico golpe de Estado contra la democracia en occidente”.

Incluso su propia esposa ha declarado que sus ideas son “reprobables”. Por no hablar de su familiares, los numerosos miembros de la dinastía Kennedy (herederos no sólo de la estirpe política sino de la ideología íntegramente liberal de JKF y el propio Bobby padre). La hermana de Robert Jr., Kerry, en un acto en el que más de 30 Kennedys ofrecieron su apoyo a Joe Biden, dijo: “papá defendía la igualdad de justicia, los derechos humanos y la libertad frente a la miseria y el miedo… y hoy, con no menos urgencia, podemos decir que nuestras libertades están de nuevo en peligro, por lo que nos debemos unir, no sólo los demócratas sino incluir a los republicanos y a los independientes que creen en lo que Lincoln llamó los mejores ángeles de nuestra naturaleza”. Sin referirse directamente a su hermano, indicó que “sólo hay dos candidatos con alguna posibilidad de ganar”. Recordó en ese acto que Trump ha dicho que “será un dictador” y que “intentará suspender la constitución”.

Al final de la larga entrevista que le hizo Remnick a Robert junior, le confesó que tenía un hijo con un autismo bastante severo, y quería saber si se sostenía en sus dichos de que las vacunas de sarampión y otras (antes del covid) provocan esa condición (lo cual es una doctrina plagada de ideología aberrante, según ha demostrado la ciencia con, literalmente, miles de investigaciones y cientos de miles de personas estudiadas en más de una década). El candidato le respondió: “David, tienes que responder a esta pregunta: si no provino de las vacunas [el autismo de tu hijo], ¿de dónde viene?” En ese momento el periodista finalizó la conversación.

¿A quién perjudicará más?

La cuestión de a quién le restará más votos, se la siguen preguntando muchos, pero hay que recordar que Kennedy viene del espectro progresista, el mismo que el de Biden, así que, en principio, a quien más afectará es al actual presidente. Aunque quizá también afecte a Trump, precisamente por sus conceptos grotescos, que son los mismos que esgrimen muchos votantes de derecha radical. Frank Bruni resumió en el New York Times algunas de las cosas que unen a Donald y a Bobby Junior: “la arrogancia, el narcisismo, el antielitismo conveniente y fraudulento, las teorías desaforadas presentadas como pensamiento innovador”.

La conductora Erin Brunette, en aquella entrevista para CNN, orilló a Kennedy a que le contestara por qué dijo que se sentía “orgulloso” cuando Tump habló bien de él. “Usted lo ha criticado en el pasado y creo que podemos estar de acuerdo en que es una amenaza para las normas democráticas y el estado de derecho [el sostener que la elección de 2020 fue robada]”. “A mí me quitaron mis seguidores en Instagram a instancias de la Casa Blanca”, fue su argucia, entre otras, para evadir la pregunta.

Aunque todavía no está en la boleta de muchos estados, sumará bastantes en estos días, los suficientes para poder descarrillar el proyecto demócrata, por lo que analistas como el propio Bruni han llegado a la conclusión de que “realmente podría ser un saboteador de la elección”.

“Entiendo el impulso de abrir el gobierno a personas que no están atrapadas en el pensamiento convencional y que no están sujetas a lealtades partidistas –escribió también Bruni–, pero dentro de lo razonable”. La elección de noviembre no está en los límites de esa razonabilidad. No cuando uno de los candidatos tiene un potencial destructivo tan grande como Trump. Cuando enumeró las cosas en que se parecen él y Kennedy, añadió que “no tiene humildad". “Un defecto por el que el resto de nosotros podríamos pasar los próximos cuatro años pagando”, concluyó.

Menos mal que Bobby Jr. está realmente chiflado, y que por eso mismo, muchos que “piensan” como él pueden darle su voto, en lugar de hacerlo por el republicano. Así, el daño que produciría sería un poco menor. Pero la moneda está en el aire y podría pasar a la historia como el esquirol que le allanó el camino a una segunda presidencia de Donald Trump.

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