Corrían los días más cruentos de la Segunda Intifada en aquel 2002. Era mi tercera guerra y debía visitar la Franja de Gaza. El viaje parecía sencillo: de Jerusalén a Rafah hay aproximadamente 2 horas. Al llegar, se cruza por un retén, caminas decenas de metros a través de un túnel y llegas a la primera ciudad palestina.
Han pasado 22 años y ahora Gaza es el punto de atención mundial por la guerra que se vive luego de la incursión de Hamás a territorio israelí el pasado 7 de octubre. La cárcel más grande del mundo, con más de 2 millones de habitantes, está siendo bombardeada con todo el poder militar de la potencia más fuerte en el Medio Oriente. No hay poder humano que detenga el deseo de venganza de Benjamín Netanyahu que ha visto en esta operación militar la mejor oportunidad de mejorar su popularidad y descargar su ira contra una población que en gran parte es inocente de las operaciones que Hamás ha realizado en su lucha por buscar una Palestina libre pero también en su necesidad de mantener su movimiento con vida. Si no existiera un conflicto, Hamás no tendría razón de ser y entonces dejarían de recibir el apoyo económico proveniente de las potencias árabes que ven en Hamás al mejor instrumento para atacar Israel.
La ONU, entre otras, solo lanzan llamados en busca de un cese al fuego, pero están totalmente rebasados, son incapaces de frenar la masacre y la tragedia humana que representa la muerte de más de 30 mil personas, gran parte mujeres y niños inocentes, que son quienes están pagando por el asesinato de 1,200 israelíes a manos de Hamás aquel 7 de octubre. Se necesitarán millones de dólares para la reconstrucción de las zonas bombardeadas dentro de Gaza. La cárcel más grande del mundo pasó de estar sitiada y custodiada por mar y tierra, a un territorio bombardeado, destruido y masacrado. Y peor aún, Israel, ha sido incapaz de recuperar a los secuestrados por Hamás al inicio de esta crisis.
¿Le estará resultando a Netanyahu esta ofensiva? Pasan los días y su población le exige con mayor dureza la liberación de los rehenes, pasan los días y son más los universitarios alrededor del mundo, incluyendo EEUU -principal aliado de Israel-, los que hacen plantones en sus campus exigiendo el fin de la guerra, pasan los días y son cada vez más los palestinos que ven un futuro incierto, que pierden a sus padres y hermanos, que ven cómo crece el número de huérfanos y de mujeres abandonas. ¿Hasta cuándo se pondrá fin a esto? Eso no se sabe. En mis coberturas de guerra nos manejamos por el principio de “sabes cuándo empieza, pero nunca cuándo acaba”.
Hablando de guerras. “Esmeralda”, el personaje icónico de la actriz Leticia Calderón, le dio la libertad a un grupo de periodistas mexicanos que habían sido secuestrados por soldados Serbios en la guerra de los Balcanes. En esos años, esta telenovela se veía en aquellas tierras ensombrecidas por la guerra y los soldados al retener a mis colegas mexicanos, pusieron como condición para liberarlos, saber el último capítulo de la novela. Una anécdota que la propia Lety nos platica en nuestro podcast “En la Trinchera con José Luis Arévalo”, que pueden ver en YouTube por Canal Cero Networks.
Los espero en mi próxima Trinchera
Periodista desde 1992 y Corresponsal de Guerra
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