El atentado que sufrió Ciro Gómez Leyva ha vuelto a poner a la luz pública lo peligroso que puede resultar en nuestro país ejercer el oficio del periodismo. Recientemente Reporteros Sin Fronteras, una ONG que goza de gran prestigio a nivel internacional, presentó su más reciente reporte sobre el estado en que se encuentra la libertad de prensa en 180 países, México se ubicó en el lugar 127. Sin embargo, en lo relativo al tema de la seguridad que tienen los periodistas para ejercer su oficio, nuestro país fue ubicado en el lugar 179 de 180, sólo por arriba de Birmania.

El dato no sorprendió a nadie: en México, las agresiones en contra de periodistas, se suceden una tras otra. Artículo 19, otra ONG internacional que toma su nombre del mismo artículo de la Declaración de los Derechos del Hombre (garantiza la libertad de expresión) contabilizó el asesinato de 12 periodistas en lo que va del año. Si nos vamos más atrás, desde el año 2000 han sido asesinados en nuestro país 153 periodistas.

El año pasado, el Parlamento Europeo aprobó una resolución que condena el poco interés que han puesto las autoridades en la protección de quienes se dedican o ejercen el periodismo y en castigar a los responsables de los crímenes que se han producido en contra de comunicadores en lo que va de la actual administración. La respuesta del Presidente López Obrador fue decepcionante. Se perdió una oportunidad para responder con datos de lo que se está haciendo —si es que realmente se está haciendo algo— para proteger a un grupo que, sin lugar a dudas, ejerce en nuestro país una de las actividades que conlleva un alto riesgo personal. Muchos periodistas siguen siendo estigmatizados todos los días en las ruedas de prensa.

La libertad de expresión es un derecho que los mexicanos valoramos de manera muy especial; hace apenas unas décadas, era una conquista que se antojaba difícil de alcanzar. Afortunadamente, han quedado atrás los días donde los medios eran aparatos políticos de control ideológico. La democracia trajo consigo una serie de beneficios al país y uno de ellos es, sin duda, la existencia de pluralidad de opiniones y de contenidos en los medios de comunicación.

Hoy, en México, los medios de comunicación gozan de libertad absoluta, pero, en muchas regiones del país, los medios locales la han perdido; ya no por un poder político, sino por miedo. Las agresiones en contra de los profesionales de la comunicación son delitos que tienen como objetivo silenciar y, también, amedrentar a otros periodistas y a la ciudadanía, pues generan temor.

La impunidad en la comisión de crímenes violentos contra periodistas, se traduce en una herramienta de censura —y de “autocensura”— que afecta gravemente a nuestro sistema democrático. En algunas regiones los medios no dan cobertura a ciertos temas como medida de protección.

Ejercer el periodismo en México es sumamente riesgoso, es por ello que el Estado debe encargarse de asegurar la protección y el pleno ejercicio de quienes se dedican a tan noble actividad. Tener acceso a la información y difundirla a través de la labor periodística es un derecho que todo Estado democrático debe garantizar a sus ciudadanos.

Abogado. @jglezmorfin

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