Desde hace un par de décadas, cuando en nuestro país se hace un diagnóstico sobre las condiciones de nuestra democracia, hay dos temas que siempre salen a la luz. Por una parte, se da por descontado que México tiene ya plena capacidad para organizar elecciones regulares, libres y pacíficas, en las que el voto cuenta y se cuenta con honradez, algo que quedó una vez más demostrado el pasado domingo 6 de junio. El otro tema, que estoy convencido sigue siendo uno de nuestros grandes pendientes, es que no hemos podido lograr que nuestra democracia, no se limite sólo a lo estrictamente electoral y le sirva al país para construir gobiernos honestos y transparentes, que tengan la capacidad para producir bienes públicos para las mayorías y que ayuden a abatir los altos niveles de desigualdad que padecemos.

Las elecciones del domingo primero de junio, han arrojado resultados que para muchos han sido sorprendentes. A simple vista, pareciera que no hay un claro ganador ni un claro derrotado. Tanto los partidos de oposición como los que apoyan al actual gobierno, obtuvieron buenos y malos resultados en las distintas elecciones.

Como es normal en democracia, los actores políticos, en los lugares que ganaron, tratarán de maximizar los resultados, y en los que no obtuvieron los números esperados, seguramente tratarán de desvirtuarlos.

Más allá de los resultados, lo que es una realidad es que la alternancia es ya parte esencial de nuestro régimen democrático. Los ciudadanos que le entregan su voto a un partido, no se lo entregan para siempre. Lo que quieren es un gobierno que dé resultados, que les resuelva problemas, que no repita los errores del pasado. Estos cambios en la cultura democrática de nuestra gente, no se han dado por el impulso predominante de un partido político sino por la voluntad de una sociedad cada vez más activa, que desea construir un mejor país.

La política no puede ser reducida únicamente al terreno electoral. El futuro de México no cabe en una elección. Las elecciones son solamente un medio, un instrumento, nunca un fin. La democracia, incluso la nuestra que está en proceso de consolidación, es mucho más que una elección.

De los resultados electorales se pueden sacar muchas lecturas pero, es más que evidente que la gente no está satisfecha con el ritmo y alcance de los cambios en el país, quiere una mayor participación en la toma de decisiones y lo que más quiere es que se ponga fin a la corrupción y a la impunidad. Son los mensajes de los electores.

Por eso es fundamental que legisladores y gobiernos recién electos aprovechen la oportunidad que nuestra democracia le ha dado. Es indispensable avanzar en aspectos torales: más transparencia en el uso de los recursos públicos en los tres poderes y en los tres órdenes de gobierno; más claridad en las razones que se esgrimen para apoyar u oponerse a las iniciativas de ley; actitud para poner fin a la corrupción y la impunidad que tanto lastiman la credibilidad ciudadana; más diálogo y comunicación con los ciudadanos y, sobre todo, más y mejores resultados para superar los desafíos que enfrentamos como nación. La tarea no es nada fácil, pero en democracia es posible si se actúa de forma responsable.

Abogado.
@jglezmorfin 

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