Ha transcurrido un año desde que nuestro país se declaró en emergencia, se ordenó el confinamiento y se cancelaron un gran número de actividades, todo ello provocado por la pandemia del Covid que azota a la humanidad. Hace un año, nadie se imaginaba la magnitud de la tragedia que hemos vivido: ya son más de dos millones de mexicanos contagiados y, según las cifras oficiales (deben de ser muchos más), el número de compatriotas fallecidos está a punto de llegar a los 200,000, lo que ha llenado de luto a muchísimas familias. Esa es la gran tragedia humana, pero también la tragedia económica es de grandes proporciones: miles de empresas y negocios han tenido que cerrar; cientos de miles de mexicanos han perdido su empleo; todos, en alguna medida, hemos sufrido deterioro en nuestra forma de vivir. Es un hecho, que ya nada volverá a ser como antes.
Si analizamos con responsabilidad la magnitud de la tragedia, lo menos que podemos hacer es preguntarnos ¿qué aprendizajes nos ha dejado este “annus horribilis” que hemos vivido? Por lo que tiene que ver con la gobernanza, la gestión de la pandemia debe dejar muchos aprendizajes. Me voy a referir a dos temas que me parecen muy importantes.
Primero, en la gestión de una crisis tan grave la coordinación entre administraciones debe de ser un tema prioritario. Es indispensable que el gobierno federal tome en cuenta a los gobiernos locales; su proximidad con la ciudadanía y sus problemas son un coadyuvante fundamental en medio de una crisis como la que vivimos. Un buen ejemplo de ello lo podemos constatar en el programa de vacunación. En la Ciudad de México está funcionando muy bien, en buena medida, porque el gobierno local logró que las autoridades federales lo dejaran actuar. En cambio, en otras entidades en las que no se permitió la coadyuvancia de los gobiernos locales, se ha generado un caos.
Y, segundo, el papel de la oposición. En democracia, la oposición juega un papel muy importante. Todos entendemos que la oposición está para eso, para oponerse al gobierno en funciones, para controlarlo, para ser contrapeso, para ofrecer otras alternativas. Sin embargo, en medio de una crisis como la que nos ha tocado vivir, con una sociedad que se encuentra crispada, inmersa en una gran frustración, con muchas prohibiciones que limitan su actuar diario y sus posibilidades de mejorar su calidad de vida, los mensajes de la oposición juegan un papel relevante. En nada contribuyen a aliviar las cosas los mensajes que polarizan, vengan del gobierno o de la oposición.
Aún no sabemos cuánto más durará la pandemia. Las vacunas son muy importantes pero no son la panacea. El mundo actual es infinitamente distinto al de principios del año pasado y, ninguno de nosotros sabemos cómo será el mundo el año próximo. La catástrofe humanitaria que ha traído consigo la pandemia, debe de hacernos ver con seriedad lo que se tiene que hacer para mejorar nuestra gobernanza, entendida como la forma en que se relacionan gobernantes y gobernados en la toma de decisiones. Debemos tomar en serio las lecciones que nos ha dejado la pandemia si es que queremos mejorar como sociedad.
@jglezmorfin
Abogado