Durante las últimas décadas, el Poder Legislativo ha sido una de las arenas más concurridas y decisivas en la lucha por la transformación nacional, debido, en buena medida, a la gran cantidad de corrientes ideológicas y visiones que concurren en ambas Cámaras. Sin embargo, las cosas han cambiado sustancialmente durante los últimos cuatro años. Una de las primeras iniciativas que envió el Presidente de la República al Congreso, fue para reformar la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria con objeto de poder modificar a su antojo el Presupuesto de Egresos de la Federación, dejando ver con toda claridad su visión autoritaria y el nulo valor que da a la división de poderes, piedra angular de nuestro sistema republicano y federal. El Presidente, desde el primer día de su mandato, quiso un Poder Legislativo sometido a su arbitrio. Lamentablemente para nuestro país, los grupos parlamentarios que le son afines en -y, algunos aliados eventuales-, han tenido una actitud indigna de un parlamento y se han sometido a los designios del Ejecutivo aprobando todos sus caprichos sin “cambiarles ni una coma”.
Siempre he creído que el Poder Legislativo es la ruta por la que necesariamente debe de transitar la transformación del país. En el México democrático de hoy no puede ser de otra forma. La transición de un régimen autoritario a uno democrático se pudo dar gracias a la pluralidad que se instaló en el Congreso.
Nuestro país, de la mano del Poder Legislativo, fue modificando la estructura jurídico-política que dio cobertura y soporte al longevo régimen autoritario que padecimos durante décadas, para dar paso a un régimen de tipo pluralista estable. No ha sido nada fácil. La pluralidad política ha activado mecanismos que antes eran letra muerta. Las democracias producen buenos resultados cuando sus actores dialogan y cuando existen asideros de responsabilidad. Lo que hemos visto en las últimas semanas con la iniciativa para cambiar el control operativo y administrativo de la Guardia Nacional, debe hacernos ver la urgencia de recuperar la dignidad del Poder Legislativo.
Hoy que desde el Poder Ejecutivo se avasalla e impone al Legislativo, no debemos cerrar los ojos. Ante el talante autoritario del Presidente de la República, el Poder Legislativo tiene una mayor obligación de cara a la sociedad. El Congreso debe asumir a cabalidad su representación y fungir como caja de resonancia de actos u omisiones que pongan en riesgo la democracia. Requerimos un Congreso que asuma sin cortapisa sus funciones de control político y de respuesta legislativa a las demandas sociales.
Aunque faltan casi dos años para la elección federal del 2024, tenemos que hacer conciencia de lo importante que será recuperar para el país un Poder Legislativo que le sirva a los mexicanos. El proceso está en curso y, por desgracia, sólo se está hablando de la elección presidencial (o, más bien dicho, de las corcholatas del Presidente). Sin embargo, si queremos evitar una mayor regresión autoritaria, vamos a requerir en ambas Cámaras, de legisladores que representen verdaderamente el interés de la sociedad; que den respuesta, sin titubeos ni simulaciones, a las demandas ciudadanas.
@jglezmorfin