Para quienes creemos en la relevancia de cuidar nuestro medio ambiente fue muy triste constatar que, a nuestro gobierno, este tema no le merece ninguna importancia. Lo sucedido la semana pasada con la aprobación de la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica, sin permitir siquiera una discusión seria sobre la misma, representa para México un enorme retroceso que van a pagar muy caro las próximas generaciones. Privilegiar el uso de combustibles fósiles como el combustóleo para generar energía eléctrica en lugar de favorecer la generación por medio de energías limpias y renovables, independientemente de que económicamente es un despropósito, traerá consigo un significativo daño ambiental muy difícil de revertir.

Basta con ver lo que está sucediendo actualmente para constatar que el cambio climático es la mayor amenaza que se cierne sobre la humanidad. Los polos se están derritiendo; el nivel del mar sigue subiendo; las temperaturas son cada vez más extremosas. Los cambios los podemos ver todos los días en cualquier parte del mundo: ciclones, inundaciones, sequías, incendios forestales, etc. Acabamos de ser testigos hace apenas dos semanas de que algunos Estados de la Unión Americana padecieron las peores nevadas y las temperaturas más bajas de su historia. Aquí mismo, en la Ciudad de México, no había aún terminado el mes de febrero y ya los termómetros rebasaron los 30 grados centígrados.

Es muy triste ver como el gobierno de México, al igual que los gobiernos de muchos otros países, piensa que invertir en el cuidado del medio ambiente es un lujo que no nos podemos dar y no una necesidad urgente. No se dan cuenta de que implementar una economía verde y salir de la crisis son propósitos compatibles, y que sí es posible un equilibrio entre crecimiento económico y cuidado del medio ambiente. Se debe ver la actual crisis económica global como una oportunidad única para replantear aquellos esquemas de producción y consumo que, no sólo han demostrado que no son financieramente viables, sino que también representan una amenaza para los recursos naturales a escala global.

Lo que México debería hacer es crear los incentivos o los castigos necesarios para que los actores económicos se sumen al esfuerzo para transitar a una economía baja en carbono. Si se hace adecuadamente, el cuidado de la naturaleza puede ser un motor poderoso para la innovación tecnológica, el crecimiento económico y el progreso material. Yo estoy convencido de que las naciones que encuentren la manera de armonizar estos objetivos serán las que logren una mayor prosperidad en este siglo XXI.

De cara a lo que puede suceder en el futuro, nuestro país tiene un gran compromiso: somos uno de los países con mayor capital natural del mundo, pues aunque nuestro territorio representa el 1% de la superficie del planeta, alberga 10% de la biodiversidad de la Tierra. Es un privilegio y estamos obligados a cuidarlo, porque es también una gran responsabilidad con el resto del mundo. Lo acontecido con la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica, manda un pésimo mensaje a la comunidad internacional, ojalá aún se pueda hacer algo para frenarla.

 

Abogado         
@jglezmorfin

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