Lo que sucedió la semana pasada en la planta de General Motors, en la ciudad de Silao, en el estado de Guanajuato, puede ser un buen augurio de lo que podría venir para México en un tema en el que, sin lugar a dudas, padecemos un enorme rezago; me refiero por supuesto a la manera opaca, poco transparente y antidemocrática, con que se han manejado la mayoría de los grandes sindicatos que existen en nuestro país. Pareciera que pueden comenzar a cambiar las cosas gracias al apartado laboral que contiene el nuevo T-MEC, firmado por la actual administración, que vino a sustituir al antiguo Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
En un hecho sin precedente, se puso en práctica el mecanismo de consulta rápida previsto en el T-MEC y se llevó a cabo un proceso absolutamente transparente, que contó con observadores del Instituto Nacional Electoral (INE) y de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Al final de los dos días que duró la votación, 3,214 de los 5,876 trabajadores, votaron por dar por terminado el contrato colectivo que los trabajadores de la planta de General Motors en Silao tenían con el gremio de la CTM. Ahora, toca a las autoridades de la Secretaría del Trabajo hacer efectiva la decisión de los trabajadores.
Lo importante (y deseable) de este hecho, es que estuviéramos viendo el inicio de un esfuerzo serio del gobierno para democratizar los sindicatos en nuestro país y que no se tratara de un caso aislado, forzado por una normatividad supranacional que México está obligado a cumplir. No es la primera vez que el gobierno en turno manda mensajes de que va en serio la decisión de democratizar las prácticas al interior de los sindicatos; y, aunque existe gran consenso en que la ley garantiza que los trabajadores puedan elegir a sus dirigentes de manera democrática, directa y secreta, hasta la fecha es muy poco lo que se ha logrado avanzar, en la mayoría de los casos, la ley es letra muerta.
Otro gran tema al que el gobierno debería dar la máxima prioridad, es el de la transparencia en la gestión de los recursos que ejercen las organizaciones sindicales, que provienen de las cuotas que aporta cada trabajador. La opacidad con que se manejan los líderes sindicales es una vergüenza para nuestro país. Las autoridades deben cumplir con su obligación de garantizar a los trabajadores, que sus dirigentes sindicales, rindan cuentas de manera clara y transparente del uso que le dan a las cuotas que aportan los trabajadores y, que el patrimonio sindical se utilice en beneficio de todos los trabajadores. La vida sindical debe dejar de ser un enigma para propios y extraños. Terminar con el abuso de los trabajadores por parte de sus líderes sindicales, debería ser prioridad para el actual gobierno.
Por lo que vimos la semana pasada en Silao, qué importante está resultando el que en la renegociación del acuerdo comercial con los Estados Unidos y Canadá se incluyera el tema laboral. Es sin duda una gran oportunidad para poner punto final a uno de los capítulos más penosos en nuestra vida laboral: la eternización y el enriquecimiento desmedido de los líderes sindicales y la nula transparencia en el manejo de los recursos económicos.
@jglezmorfin