En los próximos días, el Instituto Nacional Electoral (INE) enfrentará una sus más duras pruebas. Desde el poder se ha orquestado una campaña para debilitarlo y después, desaparecerlo. A escasas dos semanas de la jornada en que se llevará a cabo en México el primer ejercicio de revocación de mandato, el Presidente de la República ha anunciado una reforma electoral cuyo fin es desaparecer al INE y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), con objeto de sustituirlos por otros a modo, para así tener autoridades electorales afines a su movimiento, que sean capaces de inclinar la balanza a su favor en la próxima elección. Eso no lo podemos permitir. Instituciones como el INE y el TEPJF, han sido fundamentales para el avance del país y han venido a dar fortaleza y coherencia de largo aliento a la acción del Estado.
No pongo en duda que una reforma electoral pueda ser en este momento necesaria. Pero, una reforma electoral no puede ser el resultado de una serie de ocurrencias, resentimientos, rencores, amenazas y venganzas. En todo caso, debe ser resultado de un análisis serio de qué es lo que le hace falta a nuestro sistema electoral para hacerlo más eficiente y qué es lo que debemos cuidar y fortalecer. Pongo algunos ejemplos: considero que es discutible el tema de los diputados plurinominales, pero desaparecerlos sería un atropello a la pluralidad que en México es una realidad y su reconocimiento ha traído enormes beneficios; en todo caso, se debe valorar la posibilidad de reducir su número. Se debe analizar si son necesarios los senadores de lista o, de lo contrario, sería mejor que desaparecieran. Coincido con muchos que es excesivo el financiamiento público que se otorga a los partidos políticos; no creo conveniente desaparecerlo, pero sería bueno reducirlo sustancialmente. Y, en relación al tema en el que ha puesto el foco el Presidente, no podemos permitir que se destruya a instituciones como el INE y el TEPJF, que con su actuación independiente, han sido fundamentales para los avances democráticos que México ha logrado en las últimas décadas.
Desde el inicio de la actual administración, hemos visto cómo actores políticos destacados han estado tratando de minar la capacidad del INE para acometer tareas muy importantes que tienen que ver con el cumplimiento de sus obligaciones constitucionales. Basta y sobra con ver los ataques y amenazas que recibe constantemente cuando estamos a unos cuantos días de la consulta de revocación de mandato que se lleva a cabo en nuestro país. Vivimos un momento clave en el proceso de consolidación de México como un país democrático. En momentos como éste no podemos dudar: es hora de defender nuestras instituciones porque así estamos defendiendo nuestra democracia.
A juzgar por los acontecimientos que estamos viviendo, está a prueba no sólo la fortaleza de la institucionalidad electoral, sino también, quizá en mayor medida, los avances que en materia democrática se han tenido en nuestro país. Es innegable que en la estrategia deliberada de desinstitucionalización, se cierne el mayor riesgo para nuestra joven democracia. Finalmente, lo que está en juego es el futuro del país.