Todo parece indicar que el día de hoy quedará aprobado en definitiva el plan B de la reforma electoral propuesta por el Presidente López Obrador. El Senado, concluida la votación, lo turnará al Ejecutivo para su promulgación. No obstante, los múltiples señalamientos de la inconstitucionalidad del proyecto, no hubo forma de que el Presidente desistiera. Su afán de acabar con el Instituto Nacional Electoral (INE) tuvo el respaldo incondicional de los legisladores de Morena y sus aliados que, con su actuar, indigno de un Poder independiente, le quieren entregar el control de los procesos electorales. Vale la pena recordar que el Presidente propuso primero una reforma constitucional que no obtuvo en la Cámara de Diputados la mayoría calificada y fue rechazada. Esa reforma pretendía desaparecer al INE para crear otro organismo con atribuciones muy disminuidas, por ejemplo: le quitaba el padrón electoral. Como no consiguió reformar la Constitución, propuso modificaciones a distintas leyes secundarias que debilitan a la autoridad electoral y hacen prácticamente imposible el cumplimiento de sus fines.
Sin minimizar la importancia de las elecciones que se llevarán a cabo este año en Edomex y Coahuila, en junio del 2024, el INE enfrentará uno de los mayores retos de su historia. En una elección decisiva para nuestro país, los mexicanos vamos a votar para elegir al Presidente de la República, 500 diputados federales, 128 senadores, 8 gobernadores y al Jefe de Gobierno de la Ciudad de México. También se renovarán 30 congresos estatales y casi 2,000 ayuntamientos. Lo importante de esta elección no radica tanto en el número de posiciones en disputa, sino en el rumbo que queremos darle a nuestro país. Durante los últimos años, desde el gobierno, se han enviado señales que ponen en riesgo nuestra democracia. Día tras día, desde el poder, se agrede a instituciones que con mucho trabajo se fueron construyendo a lo largo de las últimas tres décadas y que representan sin lugar a dudas avances en la construcción de un México más democrático. Hoy estamos viendo cómo, con una integración facciosa del comité técnico que propondrá las quintetas de candidatos, se pretende eludir el consenso con el que siempre se han elegido los consejeros del INE .
El INE, a lo largo de su historia, con profesionalismo, ha dado sobradas muestras de independencia e imparcialidad para organizar los procesos electorales en el país, aún en lugares muy difíciles. Apenas el domingo pasado, organizó una elección extraordinaria en el estado de Tamaulipas en la que, por cierto, el candidato de Morena arrolló a los candidatos de otros partidos. No creo que se hubieran podido dar las distintas alternancias, tanto en la Presidencia de la República como en ya casi todas las entidades del país, sin una autoridad electoral autónoma.
La pelea que dio la oposición en el Congreso no fue suficiente. Ahora, la batalla se dará en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. De los 11 ministros dependerá que se pueda consumar el atropello. Se requieren 8 votos para declarar la inconstitucionalidad de las reformas. Lo que resuelvan, en cualquier sentido, va a marcar la historia de México en los próximos años.