Hasta antes del 2018 y durante dos décadas, el Poder Legislativo se convirtió en una de las arenas más concurridas en la lucha por la transformación nacional; ello debido a que todas las corrientes ideológicas y visiones -que en nuestro país no son pocas- han estado representadas. Por ello resultó tan lamentable el espectáculo que vimos la semana pasada en ambas cámaras del Poder Legislativo. Con sumisión, los legisladores afines al presidente López Obrador, obedecieron ciegamente sus órdenes y, sin discusión y en muchos casos sin conocimiento (ni siquiera habían leído las iniciativas), aprobaron todos sus caprichos; muchos de ellos, son un atentado en contra nuestro sistema democrático. Lo sucedido en la última sesión de la Cámara de Senadores fue todavía más vergonzoso: 65 de sus integrantes (apenas los indispensables para establecer el quórum legal), después de reunirse con el presidente en Palacio Nacional, sesionaron sin los senadores de los grupos parlamentarios de oposición en uno de los recintos del Senado para aprobar todo lo que el presidente les había pedido.

Siempre he creído que el Poder Legislativo es la ruta por la que necesariamente debe transitar la transformación del país. En el México democrático de hoy no puede ser de otra forma. Desde el 2018, pero especialmente en los últimos dos años, hemos sido testigos de la forma como el Ejecutivo, con talante autoritario, avasalla e impone al Legislativo en lugar de privilegiar el diálogo y la negociación de cara a la ciudadanía. Por eso será fundamental que en las cámaras que integran el Poder Legislativo se dé una nueva correlación de fuerzas que haga necesario un mayor esfuerzo de diálogo para sacar adelante los acuerdos. La próxima Legislatura representa la oportunidad de modificar la forma en que se relacionan el Ejecutivo y el Legislativo.

Cada legislador, con acciones tangibles, apelando a las mejores prácticas parlamentarias, tendrá la obligación de ser un impulsor de decisiones que contribuyan a buscar el reencuentro con los intereses ciudadanos; tendrá la obligación de siempre poner por delante el interés ciudadano, nada por arriba de éste y nada debajo del mandato que significa el voto de los mexicanos.

Visto lo acontecido en la actual Legislatura, los legisladores que resulten electos en el 2024, están obligados -con independencia y profesionalismo- a dar respuestas, sin titubeos ni simulaciones, a las demandas ciudadanas y deberán construir mayorías dirigidas a elevar el bienestar de las familias mexicanas. El deber más importante del legislador, como representante, en su encomienda de diputado o senador, es ajustar el marco legal a las necesidades de la sociedad mexicana.

En las elecciones del 2024 es muy importante tener presente que, además de elegir al presidente, vamos renovar el Poder Legislativo. Es la oportunidad que tenemos de elegir legisladores que respondan a los intereses de México y no del presidente. Las cámaras del Poder Legislativo deben dejar de actuar como un apéndice del Ejecutivo. Tienen la gran oportunidad de revalorarse de cara a la sociedad mexicana. Deben ser el contrapeso que toda democracia requiere.

Abogado

@jglezmorfin

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