El viernes pasado fue sin duda un día triste para el Poder Legislativo. La forma en que se comportaron los grupos parlamentarios de los partidos afines al gobierno en turno, respecto de la reforma enviada por el Presidente de la República, con la que se pretende pasar a la Secretaría de la Defensa Nacional, el control operativo y administrativo de la Guardia Nacional, es realmente vergonzosa. Más allá del contenido de la reforma, que para muchos de nosotros resulta a todas luces contraria a lo que establece la Constitución, en el sentido de que la Guardia Nacional es una corporación de seguridad de carácter civil, me parece muy grave la forma de actuar del Poder Legislativo, que, sin siquiera turnar la iniciativa a comisiones para su discusión, la aprueba “sin cambiarle ni una coma”, evidenciando la subordinación de los diputados al mandato del Presidente. Al momento de escribir este artículo, aún no sé si el Senado de la República seguirá el mismo camino que los diputados. Sería deseable que los senadores no se dejaran amedrentar y que en comisiones se pudiera dar una discusión seria sobre un tema tan relevante.
En una primera instancia, cuando se dio cuenta de que no tenía los votos necesarios para sacar adelante un cambio constitucional, el Presidente había dicho que enviaría al Congreso la reforma como una iniciativa con carácter preferente, aprovechando un derecho que la Constitución otorga sólo al Presidente de la República. La Iniciativa Preferente, una figura que ha sido utilizada en pocas ocasiones, ha dejado probada su viabilidad. El artículo 71, párrafo segundo, de la Constitución, establece con claridad, que las iniciativas enviadas por el Presidente con ese carácter, deberán ser discutidas y votadas por el Pleno de la Cámara, en un plazo máximo de 30 días naturales. Esto garantiza al titular del Ejecutivo que sus propuestas no serán dejadas en la “congeladora”.
La relación entre los poderes Legislativo y Ejecutivo nunca ha sido fácil y, en los últimos años, ha cambiado sustancialmente. En la medida que la pluralidad se volvió una realidad en nuestro país, fue necesario crear un sistema de pesos y contrapesos, que trajeran un mayor equilibrio en la relación entre poderes. La Iniciativa Preferente fue un cambio de gran profundidad y, bien utilizada, ayuda a que la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo sea no sólo más productiva sino también más abierta y transparente, ya que, el Presidente de la República puede tener la seguridad de que los temas que son de interés del Ejecutivo, tienen que ser discutidos y votados en un tiempo perentorio evitando así, que puedan ser bloqueados por el Legislativo. En la discusión de una iniciativa preferente se conocen las posiciones de los partidos políticos, sus argumentos, sus intereses. El Ejecutivo propone y el Legislativo analiza y aprueba o desecha en un tiempo perentorio.
Por eso es penoso lo que estamos viendo. El Presidente pudo enviar su reforma de la Guardia Nacional con carácter preferente, en vez de obligar a sus diputados a actuar como lo hicieron el viernes pasado, aprobando la iniciativa sin discusión, sin turno a comisiones, con un alto costo político para el Poder Legislativo.
@jglezmorfin