Aún es muy pronto para saber si el llamado “parlamento abierto” con el que se discute la propuesta de reforma eléctrica enviada por el Presidente López Obrador tendrá alguna utilidad. El escepticismo es mayúsculo y no es para menos. Hay muchos antecedentes de que el Poder Legislativo se ha plegado a lo que propone el Presidente de la República. Sin embargo, el hecho de que el Congreso se haya abierto a discutir la iniciativa con la participación de los sectores involucrados, debe de reconocerse como un pequeño avance.
Con el parlamento abierto, los legisladores tienen en sus manos un mecanismo que les permite superar los enredos de nuestra complicada vida institucional así como los intereses coyunturales que conlleva consigo cualquier reforma más si se trata de un tema tan polémico como el de la reforma eléctrica. Este mecanismo, bien utilizado, puede ser la herramienta que logre acercar el trabajo de los legisladores a la sociedad, mediante una dinámica de resultados claros a los ojos de los ciudadanos, que así tendrían mayor información para evaluar el desempeño de los legisladores en temas prioritarios para todos. Por eso es muy importante que los legisladores afines al gobierno no sucumban a la tentación autoritaria de avasallar e imponer. Por el contrario, deben privilegiar el diálogo y la negociación de cara a la ciudadanía.
Se habla mucho de la cuarta transformación pero, en las últimas décadas, México ha registrado importantes transformaciones, cambios necesarios y útiles en democracia; transformaciones que en el viejo régimen eran casi impensables. Los cambios se han dado, además, sin exigir nada adicional a los ciudadanos buscando que los beneficios llegaran a todos los mexicanos por igual, sin importar filiación partidista. Estas transformaciones se dieron no por voluntad exclusiva o predominante de un partido político, sino por la exigencia de toda una sociedad.
El ejercicio que se está llevando a cabo en el parlamento abierto, es una muy buena oportunidad para comenzar a cerrar la brecha que existe entre la ciudadanía y el Poder Legislativo. Para lograr este propósito es indispensable avanzar en algunos otros aspectos que son torales: más transparencia en el uso de los recursos económicos y en las razones para apoyar y bloquear iniciativas; más trabajo de cara a la ciudadanía para desahogar los asuntos que le urgen al país; más diálogo y comunicación con los ciudadanos y, sobre todo, más y mejores resultados para superar los desafíos que enfrentamos como nación.
Por lo que se refiere a la reforma eléctrica, la pelota está en la cancha del Legislativo. Muchos pensamos que la reforma eléctrica es contraria al interés nacional. Los monopolios acaban con la competencia, son improductivos y resultan nefastos para las economías. Por ello es deseable que el ejercicio de parlamento abierto no termine siendo una simulación. La reforma eléctrica, en los términos en que ha sido planteada, puede ser el tiro de gracia para nuestra ya maltrecha economía. Los legisladores tienen en sus manos el evitar semejante despropósito.
Abogado.