De acuerdo con la información disponible, la semana próxima, en la Secretaría de Gobernación, dará inicio un proceso de diálogo entre el gobierno de la República y el Partido Acción Nacional (PAN). Resulta difícil de creer, pero en los más de tres años de la administración que encabeza el Presidente Andrés Manuel López Obrador, el gobierno nunca se ha sentado a dialogar con el PAN, principal partido de oposición en nuestro país. Está claro que esto es consecuencia de la cerrazón y polarización que se viene dando desde el inicio del sexenio. Por eso, más allá de los temas que se agenden, el sólo hecho de que se sienten a dialogar es relevante.

No obstante, también es cierto que existe escepticismo en algunos sectores. Yo, por ejemplo. El comportamiento partidista y cortoplacista de la clase política ha contribuido con creces a desconfiar de la política, los políticos y sus discursos de buena voluntad. Para que el diálogo no pierda fuerza resultará fundamental pasar de inmediato de las palabras a las acciones, que produzcan resultados con beneficios tangibles. El diálogo y los acuerdos son un mecanismo privilegiado para impulsar las transformaciones que requiere nuestro país.

En este contexto, creo que México tiene en lo inmediato tres temas fundamentales que se deberían poner sobre la mesa:

En primer lugar, urgen políticas públicas eficaces para dinamizar el crecimiento y la generación de empleos bien remunerados. Hay mejoras que México necesita para crecer más. Impulso a la innovación, a la competitividad, mejora en la calidad y oportunidad del gasto público; son decisiones que el gobierno puede tomar para detonar un mayor crecimiento.

En segundo lugar, es indispensable impulsar conjuntamente iniciativas para elevar la calidad de la educación. La pandemia del Covid-19, además de la tragedia que ha representado para miles de familias en nuestro país, ha causado un enorme daño a la educación, muy particularmente a los niños de los niveles básicos. Poner este tema en la agenda del diálogo -además de darle visibilidad- ayudaría a buscar conjuntamente soluciones que ayuden a salir del bache lo más rápido posible.

Y, en tercer lugar, consolidar el estado de Derecho como fundamento para el desarrollo de largo plazo del país. Construir una economía plenamente desarrollada pasa por la construcción de una sólida cultura de la legalidad y el combate a la impunidad y a la corrupción.

Finalmente, en el contexto de polarización que estamos viviendo, es sumamente trascendente que el gobierno y la oposición se sienten a dialogar. El diálogo entre el PAN y el gobierno debe de ser un punto de partida y no un punto de llegada. Para que dé frutos, debe de ser un proceso de construcción de acuerdos que tengan la contundencia suficiente para convertirse en políticas públicas que lleguen a buen puerto. El reto no es menor, especialmente para el PAN. Lo que la gente está esperando son soluciones para sus problemas concretos. No hay de otra: o damos el paso para consolidar las instituciones que son de todos, o permitimos un gobierno ineficiente, cerrado y opaco, que amasa recursos económicos y políticos con el propósito de preservar a un grupo o partido en el poder.

@jglezmorfin 
Abogado  

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