Acabamos de ser testigos de la renovación de la dirigencia de uno de los sindicatos más poderosos de nuestro país. Me refiero por supuesto al sindicato de la empresa Petróleos Mexicanos ( PEMEX ). La renovación se llevó a cabo con las nuevas reglas surgidas de las últimas reformas a nuestro marco laboral y, también de las obligaciones que nuestro país asumió en la renegociación del acuerdo comercial con nuestros vecinos del norte. Independientemente de lo polémico que puede ser quien resultó electo como Secretario General y, de la innecesaria pasarela de candidatos a la dirigencia que se llevó a cabo en las ruedas de prensa que realiza todos los días el Presidente de la República, el resultado debe de considerarse como satisfactorio; sin duda, se trata de un avance por demás importante. Todos fuimos testigos de la forma en que los trabajadores sindicalizados pudieron elegir a sus dirigentes de manera democrática, directa y secreta; es decir, sin represalias ni ataduras.

La vida sindical en nuestro país se ha caracterizado por ser un enigma para propios y extraños. El control de los líderes sindicales sobre sus agremiados ha sido implacable. Por ello, poder elegir de manera libre, democrática y secreta a sus dirigentes, permite a cualquier trabajador decidir e incidir en la vida interna de su organización, lo cual constituye no sólo su emancipación de los líderes, sino también la revitalización de la vida sindical en sintonía con las necesidades de sus agremiados. Resulta ocioso señalar quienes son los que pierden con esta medida.

Pero, la elección democrática de sus dirigentes es sólo una parte de la solución a los problemas que enfrentan los sindicatos en nuestro país. El otro tema a resolver y, tal vez el más importante, es la transparencia en la gestión de los recursos ejercidos por parte de las organizaciones sindicales, que provienen de las cuotas que cada trabajador aporta. Los avances por lo que respecta a la elección de dirigentes sindicales son indudables y, los de transparencia ¿para cuándo?

La Secretaría del Trabajo debe de abocarse y dar la máxima prioridad a garantizar la transparencia y rendición de cuentas en los sindicatos. Ello permitiría que el trabajador conozca, a detalle, con claridad y de manera periódica, el uso y destino de sus aportaciones, lo cual sería una verdadera conquista, ya que recobraría su derecho a decidir acerca de la administración del patrimonio sindical en beneficio de todos sus agremiados. Concretar la transparencia sindical, además de ser un acto de justicia, se convertiría inmediatamente en un igualador social. De ser así, resulta obvio quienes serían los perdedores.

México requiere un sindicalismo acorde con la vida democrática del país y que acompañe a la sociedad en su proceso de desarrollo. La idea de sindicatos transparentes no está peleada con la idea de sindicatos fuertes, siempre que los esfuerzos de las organizaciones estén encaminados a defender los derechos de los trabajadores. La existencia de sindicatos democráticos fortalece el tejido social, ayuda a elevar la productividad e impulsa la competitividad y el crecimiento económico . Así y sólo así, todos salimos ganando.

Abogado.
@jglezmorfin

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