Este año que el cine recibió fuertes golpes, muchos filmes se estrenaron en total silencio.

Como Ya no estoy aquí (2019), el tercero y mejor de Fernando Frías de la Parra.

Iba a pasar desapercibido, pero la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas lo eligió para representar al país en el Oscar 2021.

¿Una decisión correcta? Sin duda. Es de lo mejor.

Afortunadamente el filme se exhibe en pantalla grande, tal como fue concebido, en la Cineteca Nacional.

Ya no estoy aquí tiene una premisa sencilla: en Monterrey, en el pasado reciente, Ulises (Juan Manuel García Treviño), aficionado a la cumbia lenta; a un estilo de vida llamado Kolombia que comparte con su banda Terkos, fractura su normalidad en cuanto escapa hacia Nueva York después de atestiguar un acto de violencia.

Preservando intacta su esencia, sus gustos, su forma de ser, Ulises, al igual que su homónimo clásico, a ritmo de su música favorita emprende una odisea por los márgenes de una ciudad desconocida.

En esas ruinas sortea las imposibilidades de comunicarse con Lin (Xueming Angelina Chen).

Regresa a ver cómo inicia una guerra que le es ajena al nunca haber sido narco, tan sólo una figura ni trágica ni épica, nomás humana.

Frías hace el retrato de un joven que se define por la habilidad para un baile singular, y que supera dificultades manteniéndose fiel a sí mismo; muestra buen ojo para detallar un microcosmos que ve con solidaridad y empatía.

El estilo de dirección, próximo al documental, consiguió lo que hace tiempo no hace el cine mexicano: crear una atmósfera novedosa, con personajes verosímiles; una narración de ritmo pausado, pero nunca desarticulado.

Esta cinta, por su gran calado estético, obtuvo el decidido apoyo de Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro en su carrera al Oscar. Tiene originalidad y calidad para hacer un buen papel.

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