En la era de John Wick y Nadie, sobrevive un tipo de película medio de acción, medio melodramática, que tanto Denzel Washington (en el Justiciero 1 & 2), y Liam Neeson (desde Búsqueda implacable hasta Venganza implacable), cultivan para mantener vigente cierta clase de violencia que se justifica con la idea de hacer justicia al borde de la ley.
A este copioso grupo de filmes se suma ahora Justicia implacable (2021), convencional largometraje 12 de Guy Ritchie, buscando dizque reciclar los logros de sus obras iniciales, Juegos, trampas y dos armas humeantes (1998) y Snatch: cerdos y diamantes (2000).
Aunque sigue, más bien, en el territorio de su churro previo, Los caballeros (2019).
Esta cinta de venganza presenta a H (Jason Statham, súbitamente despertado de la siesta) como profesional policía bancario que sabe proteger un camión blindado un poco más allá del deber.
Hay una razón para ello. Que se presenta dramática, patéticamente. Pero igual que el personaje central, la trama es tan genérica que parece armada con la pedacería que tiraron por ahí las mencionadas producciones de Denzel Washington y Liam Neeson, a la que se suman restos de bodrios recientes de Bruce Willis (tipo El último disparo) enviados directo a video.
Lo “original” en la “nueva” peliculita de Ritchie es que se trata de la versión subhollywoodense del filme francés Le convoyeur / El transportador (2004, Nicolas Boukhrief), a la que agregó lo que encontró en algún olvidado cuaderno, sin discriminar si ésta o aquella idea serían viables.
El estilo actual de Ritchie es pura parafernalia mareadora, exagerada e inverosímil.
Con eso crea un evidente lugar común que haría pasar por obra maestra a cualquiera de los últimos e impresentables títulos de Steven Seagal.
Ritchie ya un director predecible, entrega productos baratos al borde de la putrefacción; baratijas que quiere hacer pasar como valiosas joyas.
Aquí lo único implacable es el aburrimiento.