La película híbrida maneja una dualidad de conflictos, externos e internos, y sus contradicciones, para provocar risa. Por ejemplo, el guarura con estrés laboral Michael Bryce (Ryan Reynolds) debe relajarse; tomar vacaciones. Giro cómico: Sonia (Salma Hayek) se lo impide; retoma la enervante rutina de la parte uno con su esposo Darius (Samuel L. Jackson).
En "Duro de cuidar 2" (2020), cuarto filme del australiano Patrick Hughes, de nuevo el matón Darius hace equipo con el neurótico Bryce y la descocada Sonia. No se toleran, pero son muy cuates, las situaciones son de riesgo, pero dizque cómicas, los antagonistas son malosos de caricatura, pero actúan con la seriedad del caso. Una cinta, pues, híbrida: acción pensada como comedia.
En la parte uno daba risa la propuesta persecución/chiste, explosión/chiste, golpe/chiste. En esta segunda no. ¿Cómo mejorar la fórmula? Sumando en vistosos papeles a figuras reconocidas: Antonio Banderas (sin su tinte para las canas), Gary Oldman & Morgan Freeman (ambos en plan de buscar algo qué hacer entre siestas).
La nueva trama insiste en señalar las contradicciones del trio y los hunde en asfixiante aprieto, que sobrevivirán si trabajan juntos. Pretendiendo atrapar el interés del público, cada estelar aporta una parte del chiste. A veces funciona. Ahora que el énfasis está en lo cómico, Reynolds lleva la peor parte. A pesar de sus buenas tablas se le ve desconcertado ante la estridencia de balazos y gritos que pueblan la cinta. Que no dosifica su humor, nomás lo avienta, igual que hace con la acción.
El humor absurdo de "Duro de cuidar 2" pocas veces da en el blanco. Pero Hayek sorprende. Porque en cuanto puede aprovecha a su favor uno que otro disparate para volverlo extravagante. Desafortunadamente no es el espíritu del resto de la producción. Es lo malo de las secuelas. La mayoría de las veces son predecibles y la mitad (o menos) de simpáticas que la parte previa.