Sobran películas con lo que se llama Evento a Nivel de Extinción (ENE). Su temática es parecida: un asteroide acabaría con la humanidad. Ejemplos existen desde Cuando los mundos chocan (1951). Hay versiones sofisticadas de autor como Melancolía (2011), y espectáculos de catástrofes como Armageddon e Impacto profundo, ambas de 1998, que presagiaban lo peor para el nuevo milenio.
En su octavo largometraje, El día del fin del mundo (2020), Ric Roman Waugh propone que John (Gerard Butler) debe encontrar refugio para su esposa Allison (Morena Baccarin) y su enternecedor hijito Nathan (Roger Dale Floyd), ante un ENE, un cometa llamado Clarke que amenaza la Tierra.
Waugh prácticamente entrega más del mismo estilacho catastrofista del pretencioso churrero Roland Emmerich, quien abrumó al público con cintas tipo El día después de mañana (2004) & 2012 (2009).
Pero presenta una diferencia: cómo el ENE ayuda a que la familia se reencuentre. Así, Waugh le dedica tiempo a retratarla de cierta forma para que el público se involucre y no sienta que, como en las peliculitas de Emmerich, nomás está para ver otro Apocalipsis.
A Waugh le interesa de verdad esa familia. Por eso considera como “efecto especial” la fuerte presencia de Butler, con quien hizo Agente bajo fuego (2019). Acentuando su característica brusquedad, le da matices de ternura, lo lleva al límite dejándolo sufrir las de Caín. Es un hombre sencillo con vida convencional que se ve obligado a sobrevivir el ENE. ¿Podrá salvar a su familia?
Waugh, formado como doble de acción, empezó su carrera en la dirección con el pie izquierdo; con un bodrio, Exit (1996). Apenas ha mejorado. En este caso se debe a que está bien estructurado el guión de Chris Sparling (famoso por Sepultado); por eso Waugh se concentra en mostrar cómo el desastre altera la cotidianidad familiar. A pesar de ello, El fin de los tiempos es un churro. Eso sí: bien manufacturado, con abundante chocolate visual, para pasar un entretenido rato.