Un estilo de cine, sobrestimado, es el naturalista de largos planos. Que duran más de lo convencional y son para mostrar al espectador una intensidad dizque importante; compensan con fastidiosa contemplación la falta de sustancia dramática.
Sobre todo, si se trata de algo complejo como la relación entre un cincuentón y una medio quinceañera.
Es, más o menos, tema y estilo del árido melodrama Danyka, o Mar de fondo (2020), cuarto largometraje del desigual Michael Rowe, que recicla cierta locura pasional que tan exitoso hiciera a su debut Año bisiesto (2010), y la mezcla con el azote existencial de la edad madura visto en Early winter (2015).
Armando (Demian Bichir), en cuanto conoce a la jovencita Danyka (Sasha González), entra en súbita crisis de insatisfacción emocional. Ella es ese mar de fondo que alude el título original: una marea que surge hacia el terreno firme de la playa. O de su masculinidad.
La sutil metáfora, que acaba convertida en sosa “complicidad”, impulsa esta película nada profunda.
Busca sostenerse, eso sí, con las actuaciones del señor Bichir, en su primer estelar nacional en años, y la debutante González, que parece una Lolita, no la de Kubrick (1962) sino la de Lyne (1997).
El exceso contemplativo no es ideal en historia que destila anacronismos, con un muestreo de lugares comunes sobre el enlace “difícil”, o de “tentación”, o en plan narcisista “tú eres yo”, para justificar su formalismo estético pasado de moda. Una película ni erótica ni intelectual. Un verdadero bostezo.
De la Muestra 68
Entre lo mejor está Juana de Arco (2019), filme 10 de Bruno Dumont; episodio subsecuente a Jeannette: la infancia de Juana de Arco (2017), con la misma actriz, Lise Leplat Prudhomme, representando con menor edad, a contrapelo de la tradición fílmica, a la verdadera Doncella de Orleans (1412-1431).
Mejor esta adolescente con visiones, en este provocador e iconoclasta filme, que la visión trasnochada de una adolescente semiencuerada en un ligue de flojera.