En el peor año en la historia mundial de la exhibición, los servicios en línea hicieron su agosto. Con excesiva oferta entre ultra comercial, delirante y decepcionante.
En 2020 películas que parecían interesantes, se desmoronaron. Mank, de un director de genio, David Fincher, fue pura nostalgia por un Hollywood olvidado; presenta personajes a cada instante sin profundizar en ellos: lo más importante que hacen es… caminar y echar rollo. Dizque con empaque de Oscar, a pesar de ser intrascendente y esnob.
Cielo de medianoche, de George Clooney, fue una apocalíptica fábula lenta e insustancial, con misión inútil, personajes prescindibles, niña fantasma obvia y conclusión hueca.
Para echar una buena cabezada antes que para reflexionar sobre la fragilidad de la condición humana.
Lo más extremo fue Sanguinario (2019), enfermizo e hiperviolento debut de los islandeses Steinpór Hróar Steinpórsson & Gaukur Úlfarsson. Un coctel de vampirismo gay con mutilaciones sexuales y retorcido humor negrísimo.
La red es tiradero de seudopelículas que nadie sabe para quién se producen; puro veneno de taquilla. Lo peor del año fue el indudable churro en lo que va del siglo: La hija de Dios (2016), sobre la violación de Isabel (Ana de Armas) que apenitas investiga el detective con flojera Galban (Keanu Reeves; sus mejores momentos son cuando está sentado con cara de arrepentido; seguro: encabeza a ¡34 productores! Ninguno por lo visto leyó el guión). Es lo malo de proyectos tan personales.
La absurda premisa, nada profesional, incluyó personajes que aparecen y desaparecen sin explicación ni coherencia, y las escenas más ridículas en décadas. El inepto director Gee Malik Linton, en éste, su debut (y despedida), se escondió tras el seudónimo de Declan Dale.
De pena.
Así fue el streaming 2020. No cambiará en 2021: habrá decepcionantes filmes, excesos delirantes y churros a granel.
George Clooney protagoniza y dirige Cielo de media noche, una historia que transcurre en el año 2049. FOTOS: NETFLIX
