La escena clave de Mala educación (2020), estrenada en línea, es cuando la estudiante Rachel Bhargava (Geraldine Viswanathan), pregunta al popular Dr. Frank Tassone (Hugh Jackman, de Oscar), sobre un proyecto de la escuela pública Roslyn. Tassone contesta una banalidad respecto a su triunfal administración.
La reportera queda satisfecha. Tassone, ante la nula iniciativa (sabe que su declaración es insípida), le dice que una noticia es tan mínima como ella decida. Y lo que decide es investigar el presupuesto: a pesar de tener goteras el edifico principal, el proyecto mascota es millonario.
Tassone descubre en este intenso filme, el número dos del intuitivo Cory Finley, que provocó una bola de nieve. Según la investigación oficial, la punta del iceberg fue cuando cacharon a la subdirectora, doctora Pam Gluckin (Allison Janney, también de Oscar), malversando 250 mil dólares de ese presupuesto renovando su casa.
Tassone sacrifica a su amiga Pam para evitar se descubra su propia doble vida: fingiéndose viudo heterosexual, en sus fraudes involucró tanto a su compañero de vida de 33 años como al joven exalumno Kyle (Rafael Casal) a quien se liga en un bar.
La bola de nieve crece: devela que Tassone robó 11 millones de dólares.
Actuó sin reglas de operación y dispuso discrecionalmente del erario federal para cirugías plásticas y lujos; para dar la imagen de buen maestro honrado.
No es el retrato de un criminal común sino el de un funcionario de poca monta que al sentirse amenazado ni siquiera intimida esgrimiendo un vaso de café frío.
El escándalo creció, vía reportaje de Robert Kolker, “El mal superintendente”, basado en lo publicado escolarmente por Rachel. Y el ex alumno de Roslyn, Mike Makowsky, lo convirtió en guión donde no hay buenos ni malos, nomás la tragedia de seres comunes que enloquecen con dinero público. Finley lo vuelve una trascendente, interesante lección de periodismo.
Una pequeña joya.