Aunque carece de novedad, desde hace más de 30 años, el videojuego es la dispareja opción para renovar propuestas de cine comerciales, con más churros que películas interesantes.
Entre las interesantes se cuela Uncharted: fuera del mapa (2022), sexto filme del más bien director de videos Rubén Fleischer con, eso sí, mucho sentido del humor.
Basada en el juego creado por Amy Henning, la historia es sobre cómo el aventurero Sully (Mark Wahlberg), recluta a Nathan (Tom Holland) para vencer a Moncada (Antonio Banderas), quien se asume heredero legítimo del mítico tesoro perdido de Fernando de Magallanes.
Nathan tiene sus razones para emprender la búsqueda del mismo. De hecho, cada personaje las tiene. Lo que crea variopintas complejidades para la trama. Así no resultaría puro cascarón. O sea, otra carrera de obstáculos, característica que define a este subgénero.
Al integrar cierta densidad sicológica a la codicia de un lance que, por supuesto, recuerda a la Lara Croft de hace dos decenios, propone un grado de empatía por los personajes.
En la correría por subir de “nivel”, o de “emoción”, la trama pasa de lo íntimo a lo ultra espectacular, con todo tipo de antagonismos: relaciones por conveniencia, enfrentamientos de caricatura y traiciones; con acción suficiente para sostener la sorpresa sin lógica narrativa. Y al presentarse como hazaña antropológica pop, a la moda Indiana Jones, replantea el ancestral estilo “rocambolesco” que impusiera en sus folletines, en 1870, Ponson du Terrail.
La pretensión de Fleischer es crear un entretenimiento extremoso; un subeibaja fílmico, de calidad, impulsado por su dirección muerta de la risa.