Tras lo sucedido al final de Spider-man, lejos de casa (2019), Peter Parker (Tom Holland) quiere deshacer el hecho de que ahora tiene una fama indeseada. Sólo el Dr. Strange (Benedict Cumberbatch) podría echarle la mano. Pero el resultado es... la esencia de un filme ingeniosamente planteado por los guionistas Chris McKenna y Erik Sommers, cercanísimos a esta tercera serie sobre el personaje, que se liga a la espléndida versión animada Spider-man: un nuevo universo (2018), donde aparece el multiverso arácnido.

Es Spider-man, sin camino a casa (2021), quinto filme de Jon Watts, el 27 del Universo Marvel y octavo dedicado al personaje. Watts estuvo a cargo de la trilogía completa desde su inicio en De regreso a casa (2017). Ahora, tuvo el tráiler más visto en la historia a 24 horas de haberse difundido: será el taquillazo del año y, acaso, uno de los mejores filmes del Universo Marvel.

Síntoma de la amplísima gama de productos emanados del noveno arte, la originalidad —cada vez más esquiva en estas cintas—, se impone en Spider-man, sin camino a casa, para fortuna de admiradores del género, instalando al filme en el grupo de títulos interesantes, valiosos y/o geniales. Porque es un ejercicio de cine–cómic sin más pretensión que tener al espectador preguntándose qué sigue a cada instante de la proyección.

Este Spider-man avanza por terreno que preserva la singularidad de su brillante y febril propuesta; se conserva como la encarnación de un héroe posible, entre torpe y conmovedor, que no comprende qué le sucedió y no mide consecuencias. Esto lo acentúa Holland, el hombre-araña ideal, tal vez presentado con los mismos términos de sus creadores Stan Lee & Steve Ditko.

Watts y equipo confirman que alcanzan niveles delirantes de magia cinematográfica, como los buenos espectáculos de matiné de antaño. Última cinta-evento importante que cierra 2021.

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