En Vértigo (2022), quinto filme para cine de Scott Mann, la vloguera e influencer Hunter (Virginia Gardner), queriendo ayudar a que su amiga Becky (Grace Fulton) supere un trauma pasado, la lleva a escalar, con exiguo equipo —eso sí, tecnológicamente actual—, en medio del desierto, una oxidada y frágil torre de televisión, de unos 600 metros de altura.
Con tan escasos elementos, Mann y su coguionista Jonathan Frank construyen un relato que transmite la sensación de pánico y el auténtico vértigo del espacio casi imposible de concebir (aunque se inspire en torre similar, real).
Conocido por sus películas de acción (Bus 657: el escape del siglo, Atentado en el estadio), Mann elige en Vértigo lo sencillo: dos personajes femeninos, que deben tener ingenio antes que fuerza para sobrevivir.
Sin titubeos, ni salidas fáciles, despliega con astucia —a contrapelo de la tendencia actual, que satura la pantalla con estridencias—, el íntimo conflicto sobre el funesto exhibicionismo extremo y la banal adicción a la adrenalina.
En lugar de artificiales efectos digitales, con la fotografía naturalista del español MacGregor, Mann transmite cada sensación de peligro; se concentra en hacer una producción serie B de alta tensión. Dosifica sus elementos para mayor impacto visual y emocional; algo de esto se pierde en la parte final.
Director que trabaja con fórmulas, Mann aquí las rompió para beneficio de la historia, probablemente la mejor que ha escrito y dirigido.
La propuesta de qué pasa cuando dos mujeres suben una torre mortal, sin conocerla, con buitres como testigos, logra un filme nada pretencioso, austero y emocionante, que se sostiene con la llaneza de maximizar el horror psicológico.
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