La pandemia de la Covid 19 generó una fuerte contracción del empleo, de las horas trabajadas y de los ingresos en los mercados laborales de México y el mundo.

La emergencia sanitaria significó la pérdida de empleos formales, empleos informales, la precarización de las condiciones de trabajo, la expansión del teletrabajo y la caída de los ingresos laborales. Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), durante los tres primeros trimestres de 2020 las horas de trabajo se redujeron en 20.9% en América Latina, mientras que los ingresos laborales cayeron en 19.3%.

En México, según datos de CONEVAL, el ingreso real laboral disminuyó en 6.7% en el tercer trimestre del 2020, lo que aumentó la pobreza laboral (porcentaje de la población cuyo ingreso laboral no alcanza para comprar una canasta alimentaria) de 38.5% a 44.5%.

Según datos de la Encuesta sobre el Impacto Generado por la Covid 19 en las empresas (ECOVID -IE), que elabora INEGI, solamente el 12% de las empresas mexicanas pudieron implementar el teletrabajo. Principalmente fueron las grandes empresas que en 44.8% de sus negocios aplicaron esta modalidad.

Además, esta crisis generó una mayor polarización en la distribución del ingreso laboral per cápita. El índice de Gini basado en los ingresos laborales, que refleja una mayor desigualdad a medida que se acerca a la unidad, aumentó de 0.49 a 0.54.

Las restricciones a la movilidad de la población han acelerado las salidas de la fuerza laboral. Esas pérdidas han sido mayores para las mujeres y los jóvenes. En particular, las mujeres cuentan con una inserción laboral en condiciones de mayor precariedad y fuertes cargas de trabajo doméstico, que se han intensificado durante la pandemia.

En esta crisis, el sector informal no ha tenido su tradicional rol contracíclico. Las medidas de restricción de la movilidad también reducen el empleo informal asalariado y el trabajo por cuenta propia. En México, el 58.1 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) se encuentra en el sector informal. Aunque es más fácil recuperar este tipo de empleos, cuando se reactiva la economía.

En cuanto al trabajo formal, según los reportes del IMSS, entre marzo y junio, los meses de un más riguroso restricciones a la movilidad, se perdieron 986, 991 puestos de trabajo, posteriormente entre los meses agosto y noviembre se recuperaron 555,600. Todavía faltan por recuperarse 431,391 empleos formales con respecto a los niveles de marzo. Cabe mencionar, que 6 de cada 10 empleos perdidos se encuentran en los sectores de servicios y comercio.

La pandemia de la COVID-19 ha generado una recesión económica de una profundidad sin precedentes. FMI estima una caída de 9% de PIB de México en el 2020, por encima de la contracción de 8.1% que se estima para América Latina. Para el 2021, este organismo pronosticó una recuperación débil de la economía, apenas de 3.5% y 3.7%, respectivamente.

El inicio de la aplicación de la vacuna contra la Covid-19 abre la esperanza de una gradual normalización de las actividades económicas. Sin embargo, los principales lastres para una recuperación rápida de los empleos formales son los posibles repuntes de la pandemia, como el que comenzó desde mediados de diciembre, así como la persistencia de una política fiscal ortodoxa, que degrada la generación de capacidades endógenas de crecimiento.

Profesor de la ENES León de la UNAM e Integrante del Centro de Análisis de Coyuntura Económica, Política y Social, CACEPS, caceps@gmail.com

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