A juicio, el establishment político del siglo. Promovido infatigablemente por el presidente López Obrador como el juicio final contra el presidente Calderón y el ‘antiguo régimen’, el espectáculo de la Corte de Brooklyn no deja indemne a ningún actor político mexicano sobresaliente de lo que va del siglo. El testigo estelar de la Fiscalía contra García Luna incluyó en las acusaciones a personal de los gobiernos capitalinos del actual presidente y de uno de los prospectos a sucederlo. Y con la muy probable condena a García Luna se estará condenando al establishment político mexicano del siglo XXI. Pero el juicio no ha atraído la atención de los medios ni de la opinión pública de Estados Unidos. Si fuera una serie de narcos y policías ya la habrían retirado de las pantallas estadounidenses por falta de audiencia, tan escaso es el interés que en ese país han dedicado al asunto, escribió Carmen Morán Breña al presentar la encuesta encargada por El País a la agencia Enkoll sobre la recepción del caso del exsecretario mexicano de Seguridad.

García Luna como caballito de campaña de AMLO. Incluso en México, pese a una campaña de 4 años del presidente López Obrador —un juicio paralelo que condenó hace tiempo a García Luna— apenas la mitad de la población se dijo enterada del juicio de Brooklyn. Y ante tal desinterés, el Presidente mexicano llegó a vender esta historia como mejor que las series de Nerfix (textual). Luego se invistió en portavoz para México de los testigos de la Corte del Distrito Este de Nueva York: criminales en busca de venganza y beneficios procesales y carcelario. Hasta la fecha, AMLO presiona públicamente a los medios para obligarlos a intensificar la cobertura del caso, con su enfoque, claro, como caballito de campaña para aplastar a la oposición con el exterminio del réprobo exponente de los gobiernos de principios del siglo. A quienes no lo secundan, los estigmatiza el presidente con el sanbenito —expresión derivada de una práctica de la Inquisición— de haber sido beneficiarios de las colusiones del enjuiciado con el crimen. Sin embargo, una mayoría mexicana descalifica el sistema de justicia estadunidense, aunque afirma que ese juicio, en México, sería más injusto. Además, AMLO abrió una nueva sección en su programa matutino para escalar su ofensiva, montada en el juicio de Brooklyn, contra toda potencial oposición.

Doble trampa. Respecto del veredicto esperable del jurado, parece imposible sortear la doble trampa en que cayó el expolicía. Malo, si, para regocijo de Palacio Nacional, lo incriminan los delincuentes a los que detuvo para su entrega a las autoridades estadounidenses, que ahora lo funden. Pero peor sería si esos mismos criminales lo hubieran exonerado: se interpretaría como la confirmación de entendimientos con los cárteles. Terreno peligroso por el que se aventuró el presidente López Obrador con su promoción del juicio. Ya la defensa de García Luna le acercó la lumbre al recordarle al ‘Rey’ Zambada su dicho de hace diez años sobre su supuesto apoyo económico a la campaña presidencial de AMLO en 2006. El delincuente se desdijo esta vez con maliciosa vehemencia. Pero nadie puede saber qué diría en un próximo interrogatorio, de acuerdo a sus cambiantes expectativas.

Atavismos. Los altos porcentajes de no enterados y de los más escépticos respecto de la credibilidad de los testigos, según la encuesta de El País, no han impedido el resurgir de la atávica pulsión vindicativa —alentada por AMLO— contra los expresidentes, con un 84 por ciento por que se investigue a Calderón por los cargos contra su excolaborador. Alegró al Presidente este dato. Fue el único de la encuesta que publicitó en la mañanera. Pero en menos de 20 meses, según la Constitución, AMLO también será un expresidente.

Profesor de Derecho a la Información, UNAM