Lenguaje delator. Intensa, la operación contrainformativa del gobierno para tratar de confundir a los 240 máximos ejecutivos de las mayores corporaciones privadas de México y Estados Unidos, y hacerles pasar la captura del Poder Judicial como paso a favor de su independencia y su saneamiento. Para liberarlo de corrupción, les aseguró la Presidenta, y hacer que den certeza jurídica al ciudadano, a las personas de menos recursos, a los inversionistas. El problema es el lenguaje, que sistemáticamente delata, desnuda los propósitos reales del poder. Porque, de acuerdo con la ‘reforma judicial’, ya en curso de instrumentación, el Ejecutivo, el mando supremo se aseguró el control de los nombramientos de jueces, magistrados y ministros a través de los filtros de la Constitución, ahora reforzados en las normas secundarias, para evitar que entre los aspirantes al ‘voto popular’ se infiltre alguien con pretensiones de independencia o proclive a la desobediencia. Y porque, en palabras de la Presidenta, el promotor de la reforma, y su sucesora, se proponen liberar de corrupción al Poder Judicial, desde un Ejecutivo en que no han faltado pájaros de cuenta en la impunidad plena que les garantiza su adicción al régimen. Y lo más monstruoso —y delicado para su audiencia del CEO Dialogue—, con un Poder Judicial capturado por el Ejecutivo, pues es el propio Ejecutivo el que ahora ofrece certeza jurídica, sin más garantía que la palabra, los humores, los caprichos, las filias o las fobias personales de un o una titular de ese poder, sin el respaldo de un sistema jurídico con reglas claras y procedimientos exigibles.

Duelo marketing/realidad. Fue una operación de marketing para presentar el encuentro como una manifestación encomiástica de los negocios de globalidad al salto al abismo en que se empeña el liderazgo del país. Y fue habilidosa la mágica conversión del evento en un aval a la deriva del régimen rumbo a la disolución del estado de derecho y el desplome de la democracia, como resume el reconocido jurista italiano Luigi Ferrajoli: los efectos de la llamada ‘reforma judicial’. Engañoso resultó el recuento de las reales, supuestas, dudosas, pertenecientes al pasado o embrionarias inversiones nacionales y extranjeras, por 20 mil millones de dólares, ofrecidas por el capital gracias a las condiciones favorables generadas a dos semanas de inaugurado el periodo presidencial. Por otra parte, se vio disciplinada la presidenta Claudia Sheinbaum para ajustarse al guion de su enfático interés en el fortalecimiento del pacto comercial con Norteamérica. Porque no hay que perder de vista que alaba ante un auditorio en estado de alerta por las decisiones de AMLO y su sucesora, consideradas hostiles al acuerdo, así como por las señales publicadas en los espacios más influyentes del mundo financiero, de un distanciamiento del régimen mexicano con América del Norte y de una aproximación a las autocracias de Rusia y América Latina. Y entre aquella explosión de medias verdades y fantasías, no podía faltar la súbita aparición de la realidad con el bloqueo de los trabajadores del Poder Judicial a las puertas de Palacio para impedir o dificultar la entrada a los emisarios del capital. Poco vivirá quien no asista al desenlace de este duelo entre este despliegue de marketing escénico/discursivo y las interrupciones de la realidad.

Pie de página. A propósito de su alegada condición de hija del Movimiento del 68, el oprobio que cayó —y que perdura— sobre Díaz Ordaz y quienes lo acompañaron en aquella furia autoritaria —con acciones, omisiones, expresiones o silencios— esa ignominia, créame, arribará —multiplicada— sobre López Obrador y quienes lo han acompañado —por conveniencia, terror o fervor— en la siniestra empresa de demolición de la República.

Académico de la UNAM

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