Colosio frente a Máynez. Con su operación verbal, Luis Donaldo Colosio Riojas quizás busca ponerse a salvo de la condenación histórica a la que parece aproximarse su partido. El joven Colosio hace bien en deslindarse ahora de un escenario que el dos de junio lleve a la conclusión de que la campaña presidencial de Movimiento Ciudadano fue factor determinante de un eventual triunfo del proyecto en curso de consolidar en México un régimen prodictatorial. El nuevo LDC, como se identificaba a su carismático padre en las primeras planas hace 30 años y más, venció el primer reto discursivo con su insistencia en que la candidatura que va en tercer lugar en las encuestas decline a favor de la que va en segundo para, juntas, contener el avance del régimen autocrático de López Obrador. Pero, acaso por cortesía, el alcalde regiomontano con licencia pareció lavarse las manos, al declararse de antemano ‘respetuoso’ de la decisión del candidato de su partido. El problema es que tuvo que ‘respetar’ también la grosera respuesta de Máynez, quien ‘reinterpretó’ la propuesta del Luis Donaldo con la de que sea la candidata que va en segundo lugar la que decline a favor del que va en tercero, o sea él. La razonable y comedida propuesta de Colosio, frente a la ventajosa vulgaridad de Máynez.
¿Última elección competitiva? A 15 días de una jornada electoral que podría ser la última del ciclo de elecciones competitivas de la joven democracia mexicana, está claro que no habrá declinación del candidato de MC. Y es que él ha sido colocado allí por la cabeza del grupo que se apropió de la decisión de ese partido de jugar esta mano al servicio de AMLO y Sheinbaum: el gobernador de Nuevo León y su camarilla de tan conocida cuanto deplorable educación, civilidad y calidad política y humana. Pero las declaraciones de Colosio este fin de semana tomaron distancia de esa banda. No sólo con su propuesta de comprometer a su partido con un rol de verdadera oposición, con un compromiso de unidad, sino con su contundente rechazo a la continuidad autoritaria. Particularmente al burdo control del Congreso por el Ejecutivo. Colosio adquirirá probablemente mayor relevancia nacional como senador y seguro será, como se ha repetido, un prospecto presidencial para las elecciones de 2030. El problema estará en que sobreviva la competencia electoral. Porque, con la colaboración de su partido, este 2 de junio se puede terminar de adueñar del país un régimen que se propone abolirla y convertir los comicios en mero trámite para la perpetuación del grupo en el poder, como ya lo festinó la candidata oficial para la presente elección.
Claudia entre Freud, Rubén y la futurología. Mientras tanto, seguro volverá con nuevos enfoques, en el debate del domingo, el lapsus de Los Cabos de la candidata Sheinbaum. Pero ya se ha dicho bastante. Que le urge fichar a Rubén Aguilar para aclarar lo que ella quiso decir cuando, a gritos, redujo a vulgar ambición personal el móvil de AMLO para llegar a la Presidencia. Que es una malagradecida, por decirle así a quien le debe todo, como le ripostó Xóchitl. Que fue un acto fallido —o desliz freudiano— el que le hizo decir, desde el subconsciente, lo que en realidad percibe, si bien resultó contrario a su intención consciente. Que quien no piensa lo que dice, termina diciendo lo que piensa. O que todo es cuestión de mal manejo de tiempos, como sugieren algunos futurólogos. Porque, a Claudia, argumentan, se le enredó el discurso del viernes en Baja Sur, con el que, si gana, diría desde Palacio, agregándole otros reproches a su inventor, profetizan. Pero eso sólo ocurriría si su eventual presidencia no termina en simple fachada del verdadero mando, como la presidencia de Medvedev con Putin, uno de los modelos predilectos de dominación de López Obrador.