El calendario de la dictadura. Al presidente López Obrador se le va el sexenio sin cumplir las exigencias de crecimiento y de combate a la desigualdad, la violencia, la inseguridad y la corrupción. Pero también sin cumplir, por fortuna, el calendario de la dictadura populista. Concentrado en el culto a su persona y en monopolizar la agenda pública con su voz e imagen omnipresentes, ha confundido la función gubernamental con su obsesión por perpetuarse en el poder por alguna vía. El aparato de comunicación y el reparto de miles de millones de pesos en sus ‘programas sociales’, le han redituado en índices sostenidos de aprobación. Y su narrativa, montada en una maquinaria de propaganda de aniquilación reputacional, debilita frenos, contrapesos, resistencias y oposiciones. Así ha podido, además, colocar a la cabeza de las encuestas la opción para sucederlo más funcional a sus fines de continuidad. Pero a tres meses de ser ungida y a un año de la elección, el presidente aparece frustrado por los reveses a sus arbitrariedades, invalidadas por el Poder Judicial. Desbocado tras el tiempo en fuga del calendario de la dictadura, reparte desesperados -y peligrosos- desacatos y golpes bajos al poder judicial, endurece el escarnio a la prensa libre y lanza una primera, intimidante toma militar expropiatoria.

La costumbre de la ilegalidad. ‘La costumbre del poder”, llamó Luis Spota a su serie de seis novelas sobre las rutinas del antiguo régimen: desde la construcción de quien sería designado candidato oficial a la presidencia, hasta su descarrilamiento en el último año de su gobierno. La primera, Retrato hablado (de quien sería ungido) se repite hoy, sin aquel recato). La segunda, Palabras mayores (las del presidente en funciones a quien designaba sucesor) parecen hoy anticipadas de tiempo atrás. Pero si aquella costumbre se ensayó hasta consolidarse en ocho décadas para luego ser sepultada en la corta travesía democrática de 2000 a 2018, los aprestos de su exhumación en este sexenio vienen lastrados por otra costumbre: la costumbre de la ilegalidad y la arbitrariedad abiertas, implantada en los 4 años y medio del presente sexenio. Las reformas a 20 leyes en seis horas, dándole esquinazo a la oposición, a principios del mes, son una muestra, entre muchas, de que el actual presidente y sus secuaces han hecho suyo el lema atribuido a los sótanos de la picaresca priista: ‘Si las cosas se pueden hacer mal, para qué hacerlas bien”.

Libros de la SEP: estafa pedagógica. ¿Qué podía salir bien, del supuesto ‘nuevo diseño curricular’ de la ‘nueva escuela mexicana’ y de sus libros de texto? Elaborados en ausencia de un programa, obligado por ley, que debió formularse tomando en consideración —dicta la Constitución— las opiniones de gobiernos estatales y otros actores involucrados, su impresión y distribución ya quedó suspendida por la jueza Yadira Medina, a resultas de un amparo promovido por la Unión de Padres de Familia. Fraudulentos en su proceso de elaboración y en sus contenidos y vacíos, responden a un ‘diseño curricular’ que suplanta la pedagogía con ideología hasta congestionar a los niños con severas referencias a opresores y oprimidos, pero casi sin matemáticas ni lectura.

Venezuela ¿sí o no? La suspensión judicial de los libros (encargados a un activista chavista venezolano) marca una nueva interrupción al calendario de la dictadura. Pero los grupos de choque que amagan a los ministros de la Corte, celebrados por AMLO y al menos cobijados por Sheinbaum/Batres, evocan a los ‘colectivos’ que siembran el terror ante toda resistencia al régimen de Chávez/Maduro. Igual que la cadena de desacatos a resoluciones de jueces, magistrados y ministros y el que se teme sea el disparo de salida a las expropiaciones de fin de sexenio.