Una pareja explosiva. Hoy, temas clave para la sobrevivencia de la democracia, de la autonomía del Instituto Nacional Electoral y de la independencia que se esfuerzan en defender exponentes del Poder Judicial. Hacen crisis las trampas, desacatos sistemáticos a la ley y desafíos a la autoridad electoral a cargo del presidente, su partido y la mayoría oficialista en el Congreso. Ello parece producto del miedo (fundado) a un desaire ciudadano a la desnaturalización del ejercicio revocatorio. Al tamaño de las trampas oficiales corresponde el tamaño del terror a la deserción ciudadana de las urnas. El miedo y la pulsión despótica hacen una pareja explosiva para la convivencia civilizada, como lo anticipa el oficialismo en su pretensión de precipitar el proyecto de dinamitar la autonomía del INE. A ese fin, por frenar las violaciones oficiales, se le culparía del desdén electoral.
Las prisioneras del Fiscal. Por otro lado, irrumpió el lunes un pleno de ministros de la Corte atravesado por corrientes cruzadas que, sin embargo, se unificaron en el criterio de la arbitrariedad de mantener en prisión (carcelaria y domiciliaria, respectivamente) a una casi septuagenaria y a una nonagenaria, acusadas por el fiscal Gerz sin sustento probatorio. Así lo asumió el propio pleno. El problema fue que seis de los ministros más subordinados, con diversos expedientes y expectativas, al Ejecutivo, decidieron prolongar la iniquidad al no conceder un amparo liso y llano y al no resolver la libertad de las agraviadas, como lo votaron los otros cinco ministros.
Trance. Los ministros de la precaria mayoría, como piezas de un raro juego presidencial, produjeron el efecto de alargar también la agonía del fiscal. Primero exhibieron la arbitrariedad ejercida contra sus acusadas. Pero enseguida decidieron no ampararlas contra esa arbitrariedad. Crueldad para las que seguirán prisioneras e indulgencia para el fiscal. Oxígeno para el trance (agónico) de lucha contra la muerte política. Tiempo valioso, acaso unas semanas, para presionar por su permanencia, quizás apostado en el arsenal que probablemente acumuló en su puesto en estos años.
Eurodiputados y narrativa mexicana. Autoconstruirse como víctima —recurso distintivo de palacio— es la suerte más fallida intentada por un fiscal que en la percepción pública se ha visto y oído con feroz disposición a aplastar a una anciana, a su hija y a quienes lo han puesto en evidencia. Imposible, pasar de allí a ofrecerse como un modesto particular que, en busca de justicia familiar, ha caído víctima una ‘extorsión mediática criminal’. La ejecución de esta suerte empieza a fallarle incluso a su maestro, el presidente López Obrador. A pesar de los rendimientos decrecientes en las encuestas, en su penosa respuesta al Parlamento Europeo, AMLO reincidió en los tres recursos de sus narrativas de crisis: 1) culpar de ellas —y criminalizarlos— a inconformes, críticos y opositores. 2) Minimizar los problemas, como la tasa récord de asesinatos de periodistas citadas por los europeos, junto a las cotidianas formas de censura indirecta para desacreditar voces independientes. 3) Autovictimizarse desde el poder desenfrenado frente a los contrapesos de la democracia.
No pasarán (por víctimas). Pasar por víctima de intervencionismo de los legisladores europeos, desafía además las normas internacionales surgidas tras el nazismo a fin de impedir que el principio de no intervención vuelva a ser escudo de regímenes violadores de derechos humanos. En 1936 la diputada comunista Dolores Ibáurri, “La Pasionaria”, se refirió al golpe naciente de Franco contra la Republica española con su célebre: “No pasarán”. En la percepción pública del México de hoy, no pasarán por víctimas de estas historias, ni el fiscal ni el presidente de México.
Profesor de Derecho de la Información. UNAM.