Lo que está en juego. El fin de semana, una batería de encuestas pudo sembrar el desaliento entre críticos y opositores del régimen. Claro, el oficialismo las leyó como garantía de su perpetuación en el poder, casi como llegado el fin de las elecciones competitivas y de la alternancia de partidos en la Presidencia de la República. Pero su arrogancia puso al descubierto que nada menos que eso: la dictadura o la democracia, es lo que estará en juego en las elecciones de junio próximo.
‘Arrastre’ y ‘moda’. Apenas en ‘precampañas’, según la burlada ley electoral, las cifras se encaminan, en efecto, a certificar el cometido del régimen de mostrar un prematuro ‘efecto de arrastre’ de la candidata oficial, Claudia Sheinbaum. También mostrarían la evidencia de que la candidata de la oposición, Xóchitl Gálvez, no ha acertado a convertir ‘el efecto moda’, obtenido con su airosa entrada en escena, en tendencia de intención de voto creciente y sostenida.
‘Bandwagon’ y ‘cargada’. En inglés, ‘bandwagon’, es un concepto de la comunicación y mercadotecnia (que engloba los efectos anteriores, de ‘arrastre’ y de ‘moda’). Se ha traducido también como ‘efecto de adhesión’: el desplazamiento en masa del electorado al carro de quien se perfila como ganador. En el México previo a las elecciones competitivas y a la alternancia en el poder presidencial, se le llamó ‘la cargada’.
¿Nueva bufalada? Abel Quesada ilustró el fenómeno con la carga de una manada de búfalos arrasándolo todo para llegar al ungido por el presidente en funciones como próximo presidente. Allá parece ir hoy la fabricación de una imagen de irremontable delantera de la elegida por el actual presidente cono la futura presidenta. El resto, confía el régimen, lo hará esta percepción de victoria consumada, que en función del ‘bandwagon’ atraerá al resto de los electores como una nueva bufalada, que esta vez sometería a la oposición, acaso hasta su abatimiento.
Comprar intenciones de voto. Los patéticos actos de ‘adhesión’ a la candidata oficial, por parte de personajes de medio pelo del PRI y el PAN, formarían parte de esta puesta en escena, hasta hoy exitosa, del oficialismo. Pero eso es (mala) escenografía. Detrás de la escena está la fuerza de las intenciones de voto originadas en una vasta operación clientelar, de compra masiva de sufragios a través del reparto de dinero de los llamados programas sociales.
Entre la hostilidad y la indefensión. Las encuestas dejan ver también la fugacidad del efecto ‘moda’ (como vía de generar ‘bandwagon’) presente en un principio a favor de Xóchitl Gálvez. Junto a una encarnizada campaña de hostilidad y desmoralización contra ella, encabezada por el presidente de la República y seguida por sus secuaces, se hizo patente la ausencia de estrategia por parte del frente opositor. Su candidata se ha dejado ver indefensa, impedida de trascender el impulso de la ‘moda’ surgida, poderosa, tras su irrupción en escena.
El señuelo del palero. La muestra más cercana de la ausencia de dirección de la campaña opositora fue la avidez con que exponentes suyos mordieron el señuelo lanzado por el régimen en la candidatura del palero de Monterrey. Quedaron entrampados en el sedal oficialista. Y ya las voces del régimen difunden que la candidata de la oposición no es pieza para la puntera, sino para el colero, con quien lucha por el segundo lugar, con riesgo de caer al tercero.
El juego apenas empieza. Ni son ni han sido irreversibles las cifras de intención de voto expresadas al empezar las campañas. Y son frecuentes las inconsistencias entre las proyecciones de votos de las encuestas y los votos contabilizados de las casillas. Y lo más importante: hay un amplio sector de la población en espera de una opción que convierta su inconformidad en poder electoral.