Portavoz de Brooklyn para México. Adscrito antes a la defensa de los derechos procesales del Chapo Guzmán en Estados Unidos, aparece ahora como virtual portavoz para México de la acusación y como aval y promotor de las deposiciones de los testigos de la fiscalía de Brooklyn contra García Luna. El cotejo de la información es lo de menos, mientras sirva de propaganda contra opositores y prensa independiente. En su nueva sección sobre el tema en la “mañanera”, el lunes AMLO pidió que se exhibiera con escarnio el nombre del medio mexicano señalado —sin pruebas y entre datos falsos— como destinatario de transferencias del exsecretario de Seguridad. Y ayer, sorpresivamente investido de ecuánime juez de NY, el presidente pidió esperar, no hacer juicios anticipados sobre EL UNIVERSAL.
Los protocolos de Querétaro; los códigos del presídium. A diferencia de los regímenes democráticos en que los partidos se alternan periódicamente en el poder y los protocolos cívicos perduran por siglos, las autocracias se perpetúan en el poder y los protocolos cambian con el humor del autócrata, como el domingo en Querétaro. De acuerdo con el estudio de la distancia física como capítulo de la comunicación no verbal, resultó reveladora la atención dedicada en medios y redes a la reubicación impuesta por AMLO a los representantes de los otros dos poderes republicanos, e incluso a la exclusión de uno más, en los protocolos del aniversario de la Constitución. De hecho, se pusieron así en evidencia los códigos confirmados por el presídium del Teatro de la República, a la manera en que lo hacía la ‘sovietología’ para interpretar los presídiums del Kremlin.
La reubicada. Medios y redes le asignaron la mayor relevancia a la comunicación verbal y no verbal de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia, quien aplaudió con respeto, pero permaneció sentada, mientras los demás vitoreaban de pie la llegada del Ejecutivo. En su calidad de la más alta exponente del Poder Judicial, pero degradada en su reubicación por López Obrador, ella reiteró su condición de la más congruente defensora de la independencia de jueces, magistrados y ministros, descalificados frecuente e impunemente por AMLO. También destinataria de embestidas de López Obrador, el tono apacible de la ministra Norma Piña, de lo más considerado con la investidura presidencial, contrastó positivamente con el aire beligerante característico del hombre de Palacio.
El reubicado. También destacaron —medios y redes— las comunicaciones verbales y no verbales del asimismo reubicado representante del Poder Legislativo, el presidente de la Cámara de Diputados, Santiago Creel, un relevante legislador de la oposición, prospecto, además, de candidato presidencial, y también deturpado recientemente por AMLO por evitar el ingreso de una escolta militar armada en el salón de sesiones. De alto contraste fue asimismo su mensaje verbal de reconciliación y recuperación de los consensos frente al lenguaje de exclusión y polarización del presidente. Una apreciable actitud parlamentaria y una eventual oferta de campaña, que el de palacio denostó entre burlas al día siguiente.
El excluido. Antes de esas reubicaciones, el Presidente de plano borró del escenario al más puro estilo estalinista a Lorenzo Córdova, presidente del INE: este órgano constitucional, vástago de nuestro desarrollo democrático, condenado al descuartizamiento en las actuales, decisivas batallas de la guerra declarada por AMLO. Deseablemente, esta batalla se dilucidará en la Corte, contra la que el presidente estableció el domingo, más que una distancia, un distanciamiento, augurio de la formalización de otros frentes de guerra de colonización o exterminio: el Poder Judicial, la oposición parlamentaria y electoral, el INE y la prensa independiente. ¿Qué sigue?