Supongamos que usted es el presidente, y que estamos en un campo de beisbol. No precisamos un conocimiento profundísimo de un tema ni del otro para este ejercicio de imaginación. El juego va a comenzar y se plantan en el campo dos equipos. No hace falta ser muy intuitivo para entender que las posiciones que se juegan son específicas: hay un pitcher, un primera base, jardineros y un bateador. Hagamos más emocionante el juego: uno de esos equipos es México. Pongamos que el rival es un escuadrón complicadísimo del resto del mundo. Sentados en un buen palco estamos usted y yo. No se olvide que, incluso en domingo, lidera al Estado Mexicano.

Le cuento, además, que nuestro equipo se formó en lugares de entrenamiento profesionales y nacionales. Cada año, el país produce un número inmenso de jugadores con aptitudes diversas pero, como pasa en cualquier materia de la vida, los recursos son siempre escasos y las escuelas que captan a los mejores jugadores, contadas. No se sorprenda, el juego es duro. El mundo es tan diminuto que un virus nos sacude a todos por igual, y en el mismo torneo juegan los mejores de todas latitudes. Que tampoco le sorprenda lo siguiente: estamos dando batalla, jugando bien, caminando bien las entradas. ¿Cómo le hicimos para que, en este México, tan rico en cultura y alegría como en impunidad y violencia, sigan produciéndose jugadores de ligas mayores? Apostándole a eso, formar el futuro del país invirtiendo los recursos siempre limitados de la manera más sensata posible.

Va a creer que lo traje aquí con engaños, pero este juego de beisbol es la partida que nos jugamos todos como país en este momento. Los centros de investigación que están en el ojo del huracán son esas escuelas que producen flores en el asfalto. Abonemos una perspectiva diferente a la defensa del CIDE, el CIESAS, el CIDESI y todos los centros públicos de investigación CONACYT, porque para bien y para mal, el CIDE no es el único objetivo de la reducción inverosímil de recursos que se plantea. En un país tan polarizado, cualquier testimonio se convierte únicamente en foco de ataque del equipo contrario. En un México donde no cabe otra categoría más que neoliberales y patriotas, fifís y pueblo bueno, conspiradores y aliados, quien aporte una visión individual pero valiosa para generar empatía y buscar consenso es víctima de un escarnio absurdo y vergonzoso.

La búsqueda por un México mejor se convirtió muy atrozmente en la búsqueda de una revancha imaginada. Vamos contra los ricos, porque de ellos es la culpa de la pobreza. A menos de que me convenga a mí, porque entonces sí echemos mano del ingenio mexicano para burlar -ricos y pobres- al fisco. Vamos contra quienes se despacharon desde el gobierno con la cuchara grande. Y si ésos son intocables, desquitémonos con quienes hacían que los hospitales, escuelas y servicios públicos funcionaran. Al cabo ellos estaban tan cerca de esos ricos mafiosos que de algún modo sentiremos que nos desquitamos. A menos de que mi primo trabaje en una secretaría o en el Ayuntamiento. En cuyo caso, ¿cómo es posible que le quiten las pocas prestaciones que tenía con las jornadas brutales que le imponen? Vamos contra los científicos, porque han estado comiendo uvas mientras miran en su microscopio su cuenta de banco. Seguro son ricos porque casi nunca se quejan, que sientan lo que es ganarse el pan en modo difícil.

Pero, ¿qué pasa cuando uno de nuestros hijos, sobrinos, primos es admitido en el Instituto Mora? Se solía decir que una licenciatura aseguraba una vida exitosa hace unos quince años. Luego, una maestría, al menos, compraba un boleto de lotería para el futuro profesional. Y aunque al mundo ya no le deslumbra mucho un posgrado, en México sigue siendo raro estudiar una licenciatura, no digamos una maestría o doctorado. Raro por inusual y por difícil. La mesa está puesta para la desesperanza y la pena. Más de cien millones de mexicanos y apenas poco más de veinte centros públicos de investigación en todo el país. Es más fácil ser asaltado camino a la escuela que ser admitido en una. Pero sucede. Cada año, los centros CONACYT lanzan convocatorias, admiten estudiantes, imparten clases de excelencia y gradúan estudiantes cuya vida es trastocada positiva y permanentemente. Además de producir investigación de punta, publicarla en las revistas científicas más rigurosas y divulgarla en sus colecciones. Esto no es un dicho vacío y panfletario. Bastaría mirar la trayectoria de todos quienes han pasado por esos centros para comprobarlo. A todos nos gustaría vivir en un México donde la corrupción sea un mal sueño y donde se pueda visitar la ruta maya en la comodidad de un tren. Pero ¿no le gustaría que su sobrino, mi primo, su hermana, mi vecina tengan la oportunidad de acceder a una escuela de alto rendimiento en ingeniería, astrofísica o economía? Con qué van a soñar todos esos niños que no quieren ser futbolistas cuando sean mayores cuando hayamos dinamitado los pocos caminos que habíamos construido para que fuesen profesionales de la ciencia. De qué nos va a servir un tren y una refinería cuando nuestra gente sea incapaz de imaginar, formarse e inventar lo que le siga a los trenes y refinerías. Parece una idea ingenua del futuro, pero en este instante se lanzan cohetes espaciales y se descifra el código genético de nuestras peores pesadillas. Gracias al CIDE, al CIMAT, el COLSAN y ese puñado de centros públicos de investigación, todavía somos parte de esa humanidad que pisó la Luna, que le planta cara al cáncer, que estudia cómo pueden los gobiernos tomar mejores decisiones, cómo deshacernos para siempre de esa imagen de una cubeta con cangrejos que tanto odiamos porque nos pinta como somos.

Esto no es un testimonial de cómo los centros públicos han cambiado la vida de muchos jóvenes mexicanos sino un vistazo a un futuro en el que nuestros jugadores más talentosos nunca encontrarán un lugar donde llevar ese talento al máximo dentro de su país, donde el dichoso tren no los lleve a ningún lado.

Posdata: Por alguna razón se piensa equivocadamente que el CIDE es el único centro sobre el que se plantea la dramática reducción de recursos. No lo es. Y no se inquiete si poco le suena el CIDE y el resto de los centros. Es difícil encontrar las flores que brotan del asfalto, pero no se apure. Se las presento aquí y ahora. Toda esta ciencia produce México, gracias y a pesar de todo. Ojalá que algunos ojos inquietos encuentren en esta lista el futuro que otros tantos han hallado en estos centros.

Centros públicos de investigación CONACYT:

CentroGeo: Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial.

https://www.centrogeo.org.mx/

INFOTEC: Centro de Investigación e Innovación en Tecnologías de la Información y Comunicación

http://www.infotec.mx/

COMIMSA: Corporación Mexicana de Investigación en Materiales

http://www.comimsa.com.mx

CIQA: Centro de Investigación en Química Aplicada

http://www.ciqa.mx

CIDETEQ: Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico en Electroquímica

http://www.cideteq.mx/

CIDESI: Centro de Ingeniería y Desarrollo Industrial

http://www.cidesi.com/

CIATEQ

http://ciateq.edu.mx/

CIATEJ: Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del Estado de Jalisco

http://www.ciatej.mx/

CIATEC: Centro de Innovación Aplicada en Tecnologías Competitivas

http://www.ciatec.mx/

IPICYT: Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica

http://www.ipicyt.edu.mx/

INECOL: Instituto de Ecología

http://www.inecol.mx/

INAOE: Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica

http://www-optica.inaoep.mx/

CIO: Centro de Investigaciones en Óptica

http://www.cio.mx/

CIMAV: Centro de Investigación en Materiales Avanzados

http://www.cimav.edu.mx/

CIMAT: Centro de Investigación en Matemáticas

http://www.cimat.mx/

CICESE: Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada

http://www.cicese.edu.mx/

CIBNOR: Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste

http://www.cibnor.mx/

CIAD: Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo

http://www.ciad.mx/

Instituto Mora

http://www.institutomora.edu.mx/

ECOSUR: El Colegio de la Frontera Sur

http://www.ecosur.mx/

COLSAN: El Colegio de San Luis

http://www.colsan.edu.mx/

COLMICH: El Colegio de Michoacán

http://www.colmich.edu.mx/

CIESAS: Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social

http://www.ciesas.edu.mx/

CIDE: Centro de Investigación y Docencia Económicas

https://www.cide.edu/

COLEF: El Colegio de la Frontera Norte

http://www.colef.mx/

@elpepesanchez

Google News

TEMAS RELACIONADOS