José Antonio Sánchez Cetina

Diario de un zombi: la víspera del primer informe

01/09/2019 |00:46
Redacción El Universal
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Se avecina el primer informe presidencial, querida ciudad. Aunque parece que todos los días las mañaneras van empañando esa imagen del presidente que rendía cuentas una vez al año. Nuevamente, bajen sus teclados, porque esto no es una apología de las conferencias de prensa que el presidente receta un día sí y el otro, también. Es sólo que el ritmo es distinto, sin calificarlo de mejor o peor. No me refiero a su cadencia al hablar, objeto de incontables memes. Sino el ejercicio de tener al presidente ahí, en un estrado, hablando de los problemas que entristecen al país. Tan es así que hay quienes no encuentran qué novedad podría tener el informe del primer año. Qué cosa que no se haya tratado ya podría aparecer. Lo más sensato, imagino -ahora que todos tienen el lente puesto en el ejecutivo nacional y ese documento cuyo propósito es dar cuenta a la ciudadanía de lo administrado hasta ahora-, es no adelantar conclusiones y apuntar nuestro foco hacia otro lado. Y como las selfies no han pasado de moda, hagamos nuestro retrato de primer año, a ver de qué cuero salen más correas.

Desde la trinchera a la que fui relegado sin poder decir pío, la de los pejezombis o, en tiempos recientes, simplemente chairos, el discurso no ha cambiado mucho. Se sigue culpando a la inercia que dejaron los gobiernos del PRI y el PAN. Se hace la vista gorda cuando el fantasma de la corrupción se asoma en propiedades y cuentas del equipo cercano del presidente. Ya no se habla nada del avión que se iba a vender, el que no tenía ni Obama. Como suele pasar en los estacionamientos de aeropuerto, no sabemos ni dónde lo dejamos.

Sobre todo, el lado chairo del diálogo de sordos sigue creyendo ingenuamente que un país se gobierna con buenas intenciones y con acciones valientes pero aisladas. Se sigue despreciando a la ciencia, a la administración pública. Se ignora que los Estados Nación son animales lentos y de rutinas, cuyo esqueleto son las instituciones y no precisamente los golpes de timón arrebatados. Claro que al país le urge un cambio, pero uno que nos de una bocanada más larga, menos interesada en complacer o demostrar que se está tratando de ir por donde se prometió. Una que ponga las bases al menos para que se empiece a andar alguna vez por ese rumbo.

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La trinchera zombi se enfurece cuando el lado adversario apunta sus tuits y conversaciones de taxi a las acciones del gobierno federal. “Qué casualidad, que te da ahora por ser tan crítico. ¿Dónde andabas cuando Peña y Calderón?” dicen y se desesperan, sin advertir que se invirtieron los papeles a la perfección. Que son ahora ellos quienes están del lado de la Historia que no escucha objeciones, críticas, maneras distintas de leer esta realidad tan compleja. Si antes no estuvieron al alba para hacerse de una opinión y al menos manifestar su inconformidad con su gobierno -aunque no hayan votado por él-, qué maravilla que ahora los invada una ciudadanía de mayor intensidad. A lo mejor si nos permitimos escuchar al otro lado -cuando tiene algo más sólido que criticar la manera de hablar de un funcionario- se produce el milagro de la dialéctica que nos saca del atolladero.

El otro lado tampoco tiene pinta de haber cambiado gran cosa después de un año, me apuro a decir antes de que en mi trinchera acaben por despacharme. No falta un día en que se utilice al AMLO del pasado para contravenir en forma de tuits al AMLO de esta mañana. ¿Efectivo para encender las redes? Sí, pero también habla mucho de lo desarticulada que está la oposición, que parece haber sido revolcada por una ola dentro de una lavadora. Claro que habrá que cuestionar tales contradicciones, pero si no van más allá de la burla simplona sin articular el contrapeso que implica la oposición en una democracia verdadera, tendrán el mismo efecto en los problemas públicos que las acciones que tanto critican.

Cierto, nosotros no tenemos un aparato gubernamental y un presupuesto de egresos en la bolsa, pero acaso después de un año valga la pena desbloquear el teléfono y ver nuestras selfies. Parece que tenemos puesta la misma ropa que el año pasado. A lo mejor usted tiene otros datos.

@elpepesanchez