Según la definición clásica, los países están compuestos por gobierno, territorio y población. En ese sentido, el desarrollo debe pasar por la alineación de todos sus elementos.
Un descuido en el territorio lleva a problemas de carácter ambiental.
Un descuido en la población lleva a los peores problemas de desigualdad, pobreza, y seguridad. Un descuido en el gobierno lleva a que los países pierdan el rumbo.
En ese sentido, está cada vez más claro que para que los países avancen se requiere de la implementación de políticas públicas que lleven a modelos colaborativos en los que se sumen todos los actores del gobierno para encontrar el verdadero desarrollo.
Sabemos que en todo el mundo cada vez los gobiernos y los presupuestos públicos tienen un menor tamaño, una menor posibilidad de convertirse en el motor del desarrollo.
En nuestro país, por cada peso que invierte el gobierno, la iniciativa privada invierte siete, por lo que si no se cuenta con inversión privada, si no se cuenta con la colaboración de los distintos actores, es imposible sacar adelante el país.
La lógica imperante desde hace años en los sistemas político y económico es de contraposición entre particulares y gobiernos: los particulares buscan el menor grado posible de intervención de los gobiernos y los gobiernos buscan el mayor control posible sobre los particulares.
La contraposición absorbe la energía que debería enfocarse al bien común entre los actores que forman el conjunto de la sociedad. A largo plazo la contraposición se vuelve un juego de suma cero.
En realidad, lo que se ha olvidado es que lo público engloba y está por encima del Estado y del mercado, está formado por el interés de todos y todos estamos obligados a cuidarlo.
Los modelos colaborativos tienen modalidades distintas, algunas han sido pruebas exitosas del alcance y sinergias que se pueden alcanzar. Uno que ha sido particularmente exitoso en el mundo es el modelo regional que en la zona de Palo Alto California se alcanzó con lo que se llama Silicon Valley, motor del desarrollo tecnológico a nivel global.
En este modelo existe una colaboración entre la industria de tecnología, las universidades y el gobierno. Cada uno colaborando con su propio valor agregado: el gobierno con regulación y políticas públicas que incentivan la inversión, las universidades con investigación y modelos de desarrollo y la industria con recursos económicos.
El resultado está a la vista de todos. A nivel macro, economías asiáticas que son las que en los últimos años han tenido el mayor crecimiento económico y erradicación de la pobreza en el planeta están basadas en un modo colaborativo.
Para conseguir la implantación de modelos colaborativos se requiere impulsar un ambiente de confianza y perspectiva de un modelo común al que todas las partes se sumen. En México estamos en el momento en el que dadas nuestras condiciones actuales contar con la construcción de modelos colaborativos puede llevarnos a un mayor estadio de desarrollo. De forma reciente el Consejo Coordinador Empresarial y distintos actores de la iniciativa privada se han sumado a esta visión. Es sin duda nuestro camino a seguir.
Rector de la Universidad
Panamericana / IPADE