Así han catalogado muchos a ese partido, al quedar evidencia, ahora sí sin la menor duda, que su propósito es restarle votos al Frente Opositor y facilitar el triunfo de Claudia Sheinbaum. El propio López Obrador nos lo ha explicado sin tapujos y con todas sus letras. No hay duda, pues, de que esa es la meta de “Movimiento Ciudad-Amlo” (como ya le dicen muchos).
Ese partido ha justificado no coaligarse con el PRI y el PAN alegando ser el único honesto, fresco, democrático y que ve hacia el futuro, no al pasado neoliberal ni pasado más remoto aún del nacionalismo-revolucionario.
Esa era la imagen que ha manejado Morena (y que aún muchos creen pese a tanta evidencia en sentido contrario). MC no puede competir por la Presidencia, pero sí negociar su posición según más le convenga (como otros partidos satélites).
Se manejó durante mucho tiempo la posibilidad de que el abanderado presidencial de MC fuera Marcelo Ebrard, pues todos sabíamos que no era el favorito del presidente y por tanto no tenía probabilidades de ser el “bueno” de Morena (quizá él sí lo creyó, como también lo hizo Manuel Camacho en 1994, pese a que todo apuntaba en sentido contrario).
Al parecer Dante Delgado siempre apostó en primer lugar por Ebrard, probablemente bajo el cálculo que él es quien más votos podría atraer a su partido. Y según muchos trascendidos, ese era un acuerdo tomado para cuando culminara el proceso de Morena a favor de Claudia Sheinbaum.
Eso explica que, ante la derrota, Marcelo no la haya aceptado –que era lo que más le convenía si es que no iba a terminar quedándose en Morena– sino que descalificó el proceso, acusando fraude, dinero sucio, sesgos y favoritismo a favor de Claudia.
La decisión más irracional si es que se iban a mantener en Morena, como lo hizo. Es posible que estuviera preparando su salida dando por hecho de que MC le daría la candidatura, pero de manera directa.
Pero explotó una rebelión en el partido naranja que rechazaron que Marcelo fuera su candidato, quizá calculando que, aunque no ganara la Presidencia, se quedaría con el liderazgo de MC, lo que evidentemente no les gustó. Y a falta de prospectos (y ante la congruente negativa de Luis Donaldo Colosio), le apostaron al lamentable gobernador de Nuevo León, que además quería toda la mesa servida a sus propósitos, dijera lo que dijera la ley.
El zafarrancho consecuente –incluyendo el intento de golpe al Congreso para impedir se nombrara un gobernador interino ajeno a Samuel García–, dejó muy mal parado tanto el propio como al partido en su conjunto. MC culpa al PRI y al PAN de lo ocurrido, y los acusan incluso de golpistas, pero ¿cuántos creerán esa versión ante lo visto? Muy pocos. Más bien Samuel decidió quedarse para seguir ocultando un probable armario lleno de esqueletos. Desde luego, siempre hay ilusos que creen que la luna es de queso, pero en este caso seguramente son pocos, y ahora menos.
Veremos a quién ponen de candidato y qué tanto empuje pueda tener. No hay muchos, al menos no con potencial de obtener muchos votos, los suficientes para despejar el terreno al triunfo de Claudia, que es el propósito. Desde hace tiempo le dije a varios conocidos de alto nivel de MC que ir por su lado con un candidato propio le arrojaría un saldo negativo, pues quedaría estigmatizado por mucho tiempo como un partido esquirol, un nuevo Partido Verde, sobre todo entre los opositores antimorenistas, que es su electorado natural.
Ahora que AMLO ha confirmado que ese es el plan, con mayor razón. Por eso se especula que la verdadera razón de ese esquirolaje no es un mero error de cálculo, o una genuina estrategia de proyectar a MC como el partido joven hacia el 2030, sino que hay arreglos oscuros por debajo de la mesa (dinero, posiciones, impunidad, etcétera). Sigue la incógnita de si la votación que logre captar ese partido será suficiente para darle el triunfo a Claudia, según lo planeado, ya que después de lo ocurrido en Nuevo León esa votación podría caer dramáticamente.
Analista. @JACrespo1