La formación de una coalición opositora que logre desafiar a Morena en 2023 y 2024 tiene dificultades inherentes; que los partidos involucrados dejen un tanto de lado sus intereses particulares, que se pongan de acuerdo en el proyecto que presentarán a la ciudadanía, acordar el reparto gubernamental en caso de ganar, y el procedimiento mediante el cual se elegiría la candidatura de unidad.
Pero el lance de Alejandro Moreno y Rubén Moreira ha puesto en mayor riesgo la viabilidad de ese frente. Se percibe que la iniciativa para prolongar al Ejército en las calles fue para conseguir impunidad por parte del gobierno, que una vez más confirma su uso político y discrecional de la ley —como hacían los gobiernos de antes— lo cual no nos permitirá salir del círculo vicioso de corrupción e impunidad. Hay tres posibles escenarios en este lance:
1- Marko Cortés ganaría políticamente (y la disidencia en general) si eventualmente en el Senado los priistas votan contra la iniciativa. Cortés habría mantenido firme su postura sin que se pierda la coalición.
2- Si en cambio pasa la iniciativa también en el Senado, y como consecuencia se rompe la coalición, el gran ganador será López Obrador, pues habría matado dos pájaros de un tiro; se le otorga una salida para prolongar la presencia militar en la calle, y le garantizan prácticamente el triunfo de Morena al dispersarse el voto opositor, incluso si fuera mayoritario (como probablemente lo será).
3- Por su parte, Alejandro Moreno saldría bien parado si consigue su impunidad y si, pese a ser aprobada esa iniciativa en el Congreso, el PAN reconsiderara su postura y mantiene abierta la posibilidad de preservar la coalición.
El mejor escenario para opositores y disidentes de AMLO es desde luego el primero. Pero en caso de pasar la iniciativa en cuestión, sólo quedarían los dos restantes; en uno sale ganando Alito, en el otro gana de todas, todas AMLO, pues es imposible ganar el 2024 por el PRI o el PAN si van separados (incluso si MC fuera con alguno de ellos). En tal caso, incluso con sólo un 35 % del voto podría ganar el candidato(a) oficial. Así, quienes dentro del PAN impulsan la ruptura con el PRI pecan de ingenuos al creer que pueden ganar por sí mismos (o incluso con MC y el PRD). Y en cambio estarán ayudando decisivamente al presidente en su deseado triunfo.
Tocaría pues a la dirigencia del PAN, sabiendo perdido el primer escenario (si ocurre), decidir a quién quiere darle el triunfo; ¿a Alejandro Moreno o a López Obrador? Si lo primero, se mantendrá la posibilidad de la coalición y quizá ganar en 2024. No se descarta que en el PRI logren deshacerse de Alito anticipadamente, pero de cualquier manera dejará su cargo en 2023, dejando aún un margen para restablecer la coalición (si bien el tiempo apremia). En todo caso, los votantes opositores no decidirán su voto en función de lo que haya hecho Moreno, sino de su deseo de remover a Morena y del perfil de la candidatura opositora que surja en su caso.
¿Qué le convendría más al PAN? Salvo que piense que puede ganar sólo, le sería mejor flexibilizar su postura y dejar abierta la puerta a la coalición, pues en tal caso quedará alguna probabilidad de retar a Morena en 2024. De determinar la ruptura total a causa de las maniobras de Alito, prácticamente habrán tirado la toalla frente a AMLO. Le habrán dado un sonoro triunfo político al presidente ya desde ahora. Así, de ir en coalición (con Alito o sin él), todos los involucrados en ese frente pueden ganar no poco (dependiendo de su respectiva votación). En cambio, si llegan divididos, todos ellos saldrán perdiendo.