Directivos del PRI ahora reniegan del neoliberalismo adoptado en 1985, alegando que los jefes de entonces se los impusieron. Eso no tiene mucho sentido. Los partidos se agrupan en torno a valores y programas que comparten, pero en realidad la gran mayoría de sus miembros buscan cargos, curules, presupuesto. De modo que la lealtad a su partido (y sus valores) duran mientras tengan perspectivas de obtener lo que buscan. Cuando se agotan esas posibilidades, tienen su “camino de Damasco” y se van a donde algo les puedan dar. Y a nivel de los partidos ocurre algo semejante; si su ideología original fracasó o se agotó, adoptan otros principios que pueden ser justo los contrarios de los que defendían. Pueden pasar de un socialismo moderado a uno radical, de ahí a un nacionalismo centrista, de ahí a un neoliberalismo salvaje, y de regreso a sus orígenes revolucionarios, según convenga en cada momento. Por lo cual sostengo que los partidos son en realidad, marxistas (pero de Groucho Marx): estos son mis principios, pero los puedo cambiar siempre que así convenga, sin problema, las veces que haga falta.

Cuando se consolidó el neoliberalismo en el PRI vino la ruptura de 1987 justo para preservar el nacionalismo-revolucionario que había entrado en crisis con Echeverría y López Portillo. Algunos priístas que ya no veían demasiadas oportunidades en ese partido rompieron con el partido, lanzaron la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas y fundaron el PRD con la bandera nacionalista. Los priístas que no estaban de acuerdo con el viraje neoliberal en ese momento pudieron irse al PRD sin mayor trámite (algunos lo hicieron). Pero se quedaron para seguir medrando cargos en el PRI. Es absurdo que 30 años después salga Rubén Moreira diciendo que les impusieron el neoliberalismo; él y otros pudieron irse al PRD. De hecho, morenistas distinguidos se mantuvieron en el PRI hasta que no obtuvieron lo que deseaban.

Así, justo después de 1968 y 71, mientras muchos jóvenes se fueron a la izquierda sin registro o incluso a la guerrilla, AMLO entró al partido represor bajo Echeverría. ¿Ese era su sentido social? Después, AMLO trabajó en el gobierno de De la Madrid, y nada dijo del fraude de Chihuahua en 1986, ni del de 1988. Buscaba la candidatura de PRI a Tabasco, y de habérsele dado hubiera sido un gobernador neoliberal. Pero como se la negaron, de pronto se volteó contra el odiado neoliberalismo y se pasó al PRD. Otro de muchos ejemplos es Ricardo Monreal; fue uno de los principales defensores del PRI frente al PRD; en 1997 buscó comprar diputados de oposición para recuperar la mayoría absoluta de su partido, pero no lo logró. Cuando un año más tarde Zedillo le negó la candidatura a Zacatecas, descubrió las virtudes del viejo nacionalismo y se fue al PRD. Y así, numerosos ejemplos (también de otros partidos). ¿Cuáles principios? Oportunismo e hipocresía, lo que tanto detesta AMLO (siendo él mismo un símbolo emblemático de eso).

¿Pero cómo se puede interpretar este viraje antineoliberal del PRI? Se abren incógnitas. Por un lado, hay divisiones internas propias de un partido vertical que se ha quedado sin jefe nato (los presidentes del partido no cuentan mucho). Algunos quieren colaborar con las reformas de AMLO y hacer alianzas con él, para lo cual sirve el “retorno al origen” nacional-estatista (un nuevo PPS). Pese a lo cual, el presidente del partido Alejando Moreno dice que desde luego seguirá con la oposición y buscará coaliciones en los próximos años. La moneda está en el aire, o quizá darán pasos en un sentido y pasos en otro, incrementando la confusión y enredos en ese partido. El hecho es de que el PRI sufre una crisis cada vez mas grave, que aunque no lo haga perder el registro, sí perderá todo su sentido.

Analista político.
@JACrespo1