Claudia Sheinbaum está reproduciendo la estrategia de campaña de López Obrador que tan exitosa le resultó.
Desde luego, AMLO ganó en 2018 no porque fuera el gran líder carismático como muchos sostienen hoy. De haber sido así hubiera ganado desde el primer intento en 2006, o si acaso en 2012.
AMLO utilizó en 2006 un discurso nacido de su alma, estridente, polarizador, maniqueo y pleno de odio y rencor, que alejó a los sectores más moderados del electorado.
Ganó en 2018 pese a no ser un gran líder porque los astros se le fueron alineando. Lo que más contó en ello fue la decepción generada por los gobiernos del PAN (lo que ya se había visto en 2012 al caer al tercer lugar), pero sobre todo la gran corrupción, desfachatez e indiferencia del gobierno priista.
La forma de decidir las candidaturas del PRI y el PAN fueron también un error que le benefició a AMLO, y no se diga el pleito personal entre Ricardo Anaya y Enrique Peña Nieto. Eso disparó la ventaja de AMLO.
Pero el macuspano hizo algo que ayudó y no poco en su campaña; puso como parte de su equipo y eventuales miembros de su gabinete a gente reconocida como moderada, sensata, realista, algunos de los cuales no venían de la izquierda (o no de la izquierda radical) y aseguraban que AMLO ya no era el radical de antes, sino que se había moderado.
Y dada la personalidad de tales personajes, muchos electores moderados les creyeron. Yo fui a varias reuniones de tales personajes y oía los comentarios favorables de los asistentes. Yo simplemente les decía; sí, son personas confiables y sensatas, pero AMLO no les va a hacer caso, a lo que me respondían que yo era un exagerado. Ya en el poder AMLO, todas esas personas me dieron la razón.
Recuerdo en particular una visita de Tatiana Clouthier al CIDE, mi casa por casi 30 años. Su discurso de moderación convenció a casi todos, alumnos e incluso a profesores que recelaban de AMLO, pero a raíz de esa plática decidieron darle el “beneficio de la duda”.
Hoy muchos de esos colegas son sumamente críticos de AMLO. Y el CIDE, perdió su autonomía y calidad. Muchos profesores que votaron por AMLO huyeron a otras instituciones; otros que siguen ahí dicen que el CIDE está prácticamente destruido, sin visos de autonomía y calidad a la baja.
Alfonso Romo insistía en que sería una locura desmantelar el NAIM, por lo que su audiencia debía desechar tal posibilidad. Y Gerardo Esquivel aseguraba que los programas sociales se alimentarían de recursos sanos, no extraído de otros programas o instituciones del sector público. Mucha gente les creyó.
Hoy algunas de esas mismas personas, y otras nuevas, pero de perfil parecido, repiten ese mismo discurso respecto de Claudia.
Por su parte, los corifeos de Morena que defendieron a capa y espada los excesos y desvaríos de AMLO, hoy aseguran que Claudia será mucho más moderada (lo que implica una crítica a lo que hizo el propio AMLO).
Se trata de convencer, de nuevo, a los sectores más moderados e indecisos del electorado de que Sheinbaum será más sensata, racional, pensante que su populista antecesor.
Pero recordemos que el moderado se supone era Marcelo Ebrard, y la continuadora fiel de la “4 T”, Claudia. Por eso quedó ella.
Ahora promete poner un segundo piso sobre uno primero lleno de hoyos, baches y lodo. Pero ofrece continuidad, incluyendo "democratizar" a la Suprema Corte (en realidad someterla), y desaparecer al Inai.
Y dado los pocos resultados del proyecto, ya vendrán después nuevos candidatos ofreciendo terceros, cuartos y quintos pisos, hasta que la utopía obradorista se cumpla (es decir, nunca, por definición).
La pregunta aquí es, ¿cuántos volverán a caer en el juego? ¿Cuántos tropezarán con la misma piedra? Como dice el clásico; si te engañan una vez la culpa es del mentiroso; si te engañan dos veces sobre lo mismo, el tonto eres tú.
Por eso mismo, son justo los indecisos, los apartidistas y los desencantados de AMLO, y la clase media informada, a quienes debe atraer Xóchitl Gálvez.
Pero debe pensar bien cómo hacerlo, pues eso no se da por arte de magia.
Analista. @JACrespo1