Algo inesperado en el complejo panorama político actual fue el anuncio de que información confidencial del Ejército fue hackeada por un desconocido grupo que se hace llamar Guacamaya. ¿Cuáles podrán ser las consecuencias políticas de esto, y también las vinculadas con la seguridad? El primer tema que surgió fue la salud del presidente, que resulta estar más delicada de lo que se había supuesto y desde luego de lo que el propio presidente y su equipo habían confesado. Ante lo cual la Presidencia decidió no reconocerlo, si bien minimizando el problema. Pero en realidad el asunto es mucho más grave que eso, porque queda exhibida la vulnerabilidad informativa de las Fuerzas Armadas, pues esa información podría llegar a manos de cualquiera; gobiernos extranjeros, grupos subversivos (como las feministas, según esa misma información) o los propios cárteles del crimen organizado.
El presupuesto para el blindaje militar disminuyó en los últimos años, incrementando la vulnerabilidad. Por otra parte, viene el aspecto político; conocer que la salud de AMLO está más frágil de lo que se había dicho, además de evidenciar de nuevo la manía de engañar de este gobierno, no tiene mayor repercusión. Pero seguramente habrá más información y más comprometedora, tanto para el Ejército como para otros funcionarios y el propio AMLO. Dicha información empezó ya a salir gradualmente. Si lo que se busca es golpear la imagen presidencial para evitar el triunfo de su partido en 2024, no habría mucho que AMLO pudiera hacer para evitar la filtración. Iría surgiendo a partir de un cálculo político- electoral.
Ahora sabemos, por ejemplo, que este gobierno sí espía a activistas cívicos y críticos, contrariamente a lo prometido por AMLO. Pero ya se nos mostró cuál será su respuesta inequívoca a toda la información comprometedora que surja: son mentiras de los adversarios. Y respecto al espionaje, agrega AMLO que si bien eso era en los gobiernos anteriores, en el suyo eso es inteligencia, algo muy diferente (el PRI espiaba más). Pero si, como sostienen los obradoristas, esa información o bien contiene temas irrelevantes que ya todos sabemos, o consiste en puras mentiras fraguadas por opositores y críticos, ¿para qué el Ejército las resguarda con carácter de confidencial? Suena extraño.
Cosa distinta es que tales difusiones tengan un efecto electoral, si eso es lo que se pretende. No está tan claro, pues el todavía amplio bloque de incondicionales no modificará su percepción del presidente ni el sentido de su voto. Al contrario, los hará cerrar filas desconociendo o minimizando la información revelada, sea la que sea. No tienen por qué creer en las ‘mentiras opositoras’, y sí en cambio a AMLO, que las va a desmentir una a una (salvo que sea información inofensiva). El triunfo o derrota de Morena seguirá dependiendo de otras variables, una de las cuales es si la coalición se presenta unida o dividida. AMLO está blindado entre sus fieles (que le profesan lealtad ciega, como él lo exige), y seguirá siendo respaldado por ellos. Todo lo que se diga sobre el presidente será considerado como mentiras conservadoras, y listo.
El problema radica, de nuevo, en que si la información incluye asuntos delicados de seguridad pública o nacional, como suponemos, llegará a distintos grupos que podrán utilizarla política, económica o legalmente, según convenga, bien para golpear o para extorsionar al gobierno. No todos los que dispongan de esa información actuarán con responsabilidad para no divulgar la que pueda dañar al país como tal, y no sólo al gobierno actual o la imagen de su titular. El hackeo al Ejército es por tanto una mala noticia para el país, más allá del uso y la repercusión estrictamente política que pueda tener.