Tres proyectos, un destino: el fracaso. El presidente tuvo como prioridad desde su anuncio el año pasado, el hacer prosperar sus reformas: la tóxica reforma eléctrica , la reforma que integra la Guardia Nacional a la SEDENA , y la regresiva reforma electoral . En cada una intentaron aplastar con mayoría, asfixiaron el dialogo, sofocaron vía presiones, manipularon los hechos y distorsionaron la verdad, emprendieron el camino que agota la política negando la diferencia con los otros, nulificando la diversidad de visiones. Intentos burdos para imponer lo que los electores le negaron.

Con la reforma eléctrica pretendían transitar a un modelo estatista y contaminante, un retorno a las energías fósiles y la destrucción de nuestros incipientes logros en materia de transición energética; aniquilaba la autonomía de los órganos reguladores, encarecía la energía y alertaba de conflictos con nuestros principales socios comerciales. Intentaron todo, comprar votos, chantajes, amenazas, convencer a base de mentiras. Perdieron, no reformaron la constitución, pero la pisotearon, en un intento de obstinación mediante cambios a leyes secundarias, que “avalo” la Corte de la mano de los ministros obradoristas quienes se doblaron, negando lo evidente, su inconstitucionalidad, aperturando un limbo con vigencia para la aplicación de la ley, susceptible a impugnaciones y largos litigios. ¡Primer strike! al proyecto destructor y contaminante.

En la linea de la militarización, mediante la extorsión a los que el miedo gano ante su convicción, pisándoles la cola a quienes la tienen larga, lograron los extender el plazo de la milicia en la calles, pero no así integrar la Guardia Nacional a la SEDENA, mediante cambios a la ley suprema. No alcanzo, la oposición resistió, y el oficialismo empleo nuevamente una estrategia pasada, cambios por legislación secundaria. El proyecto se encuentra enlistado para su discusión en la Corte, en tanto, la ley se halla suspendida, entorpeciendo las pretensiones militaristas del gobierno, ¡segundo strike!

Perfilaron un proyecto autoritario maquillado de “democracia”, una reforma electoral que trasgrede los principios que nos dieron pluralidad, alternancia y certezas; un proyecto que dinamita la autonomía, independencia e imparcialidad de nuestros árbitros electorales. Su reforma alentó a la unión de sociedad civil, activistas, empresarios, políticos de diversas corrientes ideológicas, y sobre todo a ciudadanos libres que juntos salieron a manifestar su repudio al proyecto regresivo. Ahora López recula y advierte el nuevo fracaso de su novedosa pretensión. La reforma no pasará, pero como ya es costumbre, ante la derrota, la vuelta a la ley; buscará dañar al Instituto mediante modificaciones no constitucionales, que vaticinamos varias serán susceptibles de acciones que la Corte deberá atender. Su ley no fue más que un esfuerzo vacío, que queda para la historia, relatando el intento de un presidente que llegó al poder democráticamente por volvernos a los tiempos de un solo partido. ¡Último strike!

Así fue el juego –el favorito del presidente— en una suerte de tres saques por lanzar intentos legislativos que dañarían nuestro país; dos veces lo bateamos y viene una tercera… ¡PONCHADO!

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