La reciente ratificación del acuerdo de asignación de diputaciones plurinominales en la Ciudad de México por parte del Tribunal Electoral local es una clara señal de alerta para nuestra democracia. Sin discusión pública y en un contexto de creciente desconfianza en las instituciones, este fallo pone en evidencia cómo las autoridades electorales en la ciudad se han convertido en meros operadores de los intereses de la coalición oficialista.
Este vergonzoso episodio es solo uno de los muchos ejemplos de abuso de poder y manipulación de las normas que hemos visto recientemente. Morena, junto con sus aliados del Partido Verde y el Partido del Trabajo, ha utilizado su posición de partido en el poder para doblar las reglas a su favor, desvirtuando el espíritu de la ley electoral que busca evitar la sobrerrepresentación en el Congreso local.
Exhibiendo una oprobiosa abyección, consejeros del instituto electoral y magistrados del tribunal avalaron que diputados electos por Morena renunciaran súbitamente a su partido para sumarse a las filas del Partido Verde y del PT. Esta burda maniobra tuvo como único objetivo inflar artificialmente el número de diputaciones plurinominales que estos partidos podrían obtener, en clara violación de los acuerdos de coalición y de la normativa electoral.
El sometimiento de las autoridades electorales a los intereses políticos de la coalición gobernante es una muestra palpable de lo que podría suceder a nivel nacional si se aprueba el llamado "Plan C". Este plan, que propone la elección popular de las magistraturas y las consejerías electorales, amenaza con llevar la cooptación política de las instituciones electorales a un nuevo nivel, haciendo que estas instancias se conviertan en simples extensiones del grupo político en el poder.
Además, lo sucedido en la Ciudad de México es un antecedente altamente preocupante para la discusión que en próximos días tendremos a nivel federal, a propósito de la sobrerrepresentación legislativa que tramposamente pretende alcanzar el oficialismo.
López Obrador, Claudia Sheinbaum y los suyos presionan a los órganos electorales federales para que se inflen los votos que obtuvieron, compriman el voto del pluralismo y de las oposiciones, y se queden con tres cuartas partes de la Cámara de Diputados, cuando apenas alcanzaron el 54% de la votación en las urnas.
Quienes advertimos sobre los peligros que enfrenta nuestra democracia no estamos exagerando. Los hechos, como este lamentable episodio en la Ciudad de México, son pruebas contundentes de que las instituciones que deberían garantizar la equidad y legalidad en los procesos electorales están siendo vulneradas. Es ahora o nunca, los ciudadanos deben exigir el respeto a las leyes y el fortalecimiento de nuestras instituciones, antes de que sea demasiado tarde.
El futuro de nuestra democracia está en juego, y es nuestra responsabilidad defenderla ante todo.