Luego de 14 meses de resistencia de López Obrador, por fin se llegó a un acuerdo: la nueva planta de Tesla será instalada en Santa Catarina, Nuevo León.
Con una inversión de 5 mil millones de dólares, tendremos la fábrica de autos eléctricos más grande del mundo, y lo más importante, se generarán entre 6 mil y 10 mil empleos.
Además del (inexistente, ya que Tesla usa agua tratada) problema de escasez de agua en la zona, el principal argumento del presidente para oponerse al proyecto, era priorizar la inversión al sur del país, dónde se requiere urgentemente potenciar el desarrollo de la zona.
Tesla jamás hubiera aceptado instalarse al sur, ya que su idea es aprovechar el 'cluster automotriz' que ya está desarrollado en el norte. En el sur no hay ni mano de obra calificada, ni la infraestructura para una planta de esa magnitud. Del problema de inseguridad, mejor ni hablamos.
La brecha de desarrollo norte/sur en México, es abismal. Para resolver ese problema, se implementó el programa de Zonas Económicas Especiales (ZEE) en 2016, pero López Obrador lo eliminó por decreto desde 2019.
El objetivo del programa era impulsar el desarrollo económico y social en las regiones más pobres y rezagadas del país. Las ZEE estaban ubicadas en seis estados del sureste: Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Veracruz, Tabasco y Campeche. Estas regiones se caracterizan por tener altos índices de marginación, baja actividad económica y una población joven y poco capacitada.
Los incentivos fiscales que se ofrecían en las ZEE incluían exenciones del ISR, del IVA, y de varios impuestos locales. Además, habría beneficios regulatorios, como la simplificación de trámites y permisos para la instalación y operación de empresas.
En su corta vida, el programa logró atraer algunas inversiones importantes, por ejemplo: la primera empresa en la ZEE de Lázaro Cárdenas-La Unión, una planta de producción de acero de la empresa china Baosteel, misma que generó 4 mil empleos.
Lamentablemente, el presidente desoyó las súplicas de la iniciativa privada, y desde su corta visión y su obsesión por destruir toda reminiscencia de lo que él llama 'periodo neoliberal', puso fin a las ZEE, privando a nuestro país de una oportunidad única para desarrollar la zona sur.
'No se necesitan', decía López Obrador, 'ya tenemos proyectos para el sureste': el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec.
Durante meses pugnó por llevar una inversión de alto nivel a zonas marginadas, y no pudo. La solución la tuvo en sus manos, pero su egocentrismo pudo más. Una verdadera tragedia.
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