La antropofagia morenista se ha desatado. Con el precipitado arranque de la sucesión presidencial las pugnas y descalificaciones internas arrecian. Un performance esperado donde obradoristas compiten por encubrir sus corruptelas exhibiendo al otro con un escándalo más grande. La reyerta entre Sansores vs. Monreal, destruye la lánguida “superioridad moral” tejida en discurso; con espionajes, ilegalidades, calumnias, las cúpulas de las facciones exhiben el ADN de su actuar político.

Layda Sansores ha arremetido nuevamente con ‘filtraciones’, que ahora además del presidente del PRI, Alito Moreno, incluyen a líder morenista en el Senado, Ricardo Monreal. Las supuestas conversaciones entre los políticos exhiben un supuesto pacto donde el primero pide el apoyo de Monreal para intervenir con un fiscal, en un proceso judicial donde sus bienes son susceptibles de ser incautados. En otros mensajes se interpreta que parte del apoyo del senador, estaba condicionado a que a Alito cumpliera ciertas condiciones durante la pasada elección en Zacatecas, con fin a facilitar la victoria de su hermano. No hay nada de grave en qué un líder del partido en el gobierno tenga comunicación con otro de la oposición, lo grave son sus trueques: impunidad, obstrucción de la justicia, influyentismo a cambio de ‘una ayudadita electoral’. En respuesta, el suplente de Monreal, Alejandro Rojas Diaz-Duran aseguró que la gobernadora y su familia cuentan con 83 propiedades, 34 sin comprobar y seis terrenos que equivalen a una superficie total de un millón 435 mil 20 m²; además se filtro un audio donde se escucha a Layda extasiada por los moches poténciales que podría recibir de empresarios derivados de una cifra de 900 mdp.

Los materiales publicados claramente tienen un origen ilícito, obtenidos mediante intervenciones telefónicas y espionajes. Es un acto de desfachatez exhibir productos de un delito, una violación flagrante a la constitución; pero no importa, ella se sabe cubierta con el manto de la impunidad, que así confiese la mayor falta, la justicia ni la roza, siempre y cuando siga a la postre del poder. Así ha sido la carrera de Layda, una hortera oportunista que acompaña a quien convenga, lo hizo con Carlos Salinas de Gortari y su tránsito por el PRI, posterior al PRD, para luego renunciar y apoyar a Vicente Fox en el 2000; tras ello sus “convicciones” la hacen arribar a Movimiento Ciudadano, al Partido del Trabajo y por fin culminar el Morena. Claramente una mujer comprometida con las causas.

Y no solo sus ideales se vuelcan frágiles, sino también su “honestidad”. Cuando fue senadora abuso del presupuesto para pagar gastos no relacionados con su actividad legislativa por más 700 mil pesos. Se pagaron sus tintes de cabello, bolsas, vestidos, accesorios, electrodomésticos, almohadas, etc., todo a cargo del dinero público. Cuando fue delegada de Álvaro Obregón en la CDMX, provoco un daño al erario por 33 mdp, contratando empresas fantasmas halladas en la lista negra del SAT; y entregó a sobrecosto su obra insignia, unas escaleras eléctricas de un solo sentido en una zona de barrancas con población desfavorecida, obra que ascendió a más de 81 mdp. A todas luces un robo.

La gobernadora campechana se entromete en la dinámica sucesoria a favor de Claudia Sheinbaum, en tanto en su Estado se dinamitan las condiciones de gobernabilidad. Esto solo es comienzo de la antropofágica morenista, Monreal ha anunciado que procederá contra la gobernadora, y con probabilidad habrá varios escándalos más. Layda ha abierto una pugna intestina en Morena, que con éxito terminará confirmando la hipocresía de su discurso, balcanizando su partido y exhibiéndolos como realmente son: unos vulgares corruptos con ambición de poder y nulo interés por servir.

para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, planes para el fin de semana, Qatar 2022 y muchas opciones más.

Google News

TEMAS RELACIONADOS