El Tren Maya es ambicioso en su potencial destructivo, a su paso arrasa con el patrimonio natural del país, devastando la biodiversidad de la península —única en el mundo— estrujando los vestigios de acuíferos que hallan a su paso. Para el presidente no existe argumento válido que frene su obstinación con el proyecto ecocida, la premura por inaugurar esta por encima de cualquier costo, sean de derechos o ecológicos; para ellos la realidad milita en su contra, la evidencia es opositora y la razón sólo invita ser partícipe a la “manipulación” del pueblo, donde no cabe opinión válida sino es la suya.

“Con la construcción del Tren Maya
no se tirará ni un solo árbol”
– Andrés Manuel López Obrador, 2018

Con la construcción del tramo quinto del Tren Maya y las nuevas modificaciones a los trazos originales se han despertado alertas que anuncian otro fuerte golpe a las reservas ecológicas de la zona; los cambios en el trazo del despliegue del tren privilegiaron nuevamente la urgencia contra el derecho: se exentaron las evaluaciones de impacto medio ambiental, que demostrarían, de ser el caso, la superioridad y viabilidad del proyecto en sus beneficios ante los costos (en amplio sentido) que podrían ser incuantificables e irreversibles ecológicamente a futuro; se atropellan exigencias legítimas de comunidades que habitan en la zona, y aunque el gobierno monte una pantomima que llamó “consulta” para la atención de sus demandas, la realidad es que solo las soslayan, de otra manera la existencia de los múltiples amparos interpuestos no tendrían lugar.

La desatención de las demandas empujo a las comunidades locatarias a solicitar el apoyo de un nutrido grupo de actores, cantantes y artistas para hacer eco a sus preocupaciones: lanzaron la campaña #SelveméDelTren donde reprueban el daño ecológico y solicitan la visita del presidente a las áreas afectadas para que observe de primer plano la devastación provocada, sin embargo, fiel a su estilo hizo uso de la ya clásica descalificación y enfoque al pasado, sin tomar en cuenta que varios de los protestantes lo acompañaron anteriormente en causas que él también abanderó. La descalificación se elevó a tal grado que los diputados subyugados morenistas denunciaron a los protestantes por considerar las exigencias como “campaña negra”. Su denuncia no prosperó.

En paralelo se han alzado voces que armadas con datos, estudios y evidencia señalan cómo las más de 2,500 hectáreas deforestadas impactarán en la fauna, por ejemplo, se habla que en el tramo que va de Cancún a Tulum habrá afectaciones al volcán de murciélagos —el más grande de America Latina, con más de tres millones de ejemplares en su hábitat— que abonan a la contención de plagas de insectos nocivos para la labor agrícola de la península, y que en caso de ejecutarse cómo está planeada la obra desestabilizaría el orden natural desencadenando golpes al sector.

La península cuenta con una red de cavernas, ríos, lagos, así como grandes galerías subterráneas de agua dulce que contienen las reservas más importantes del país. La nueva planeación del quinto tramo ha dejado al descubierto cavernas que albergan parte de estas reservas, caracterizadas por su fragilidad y que de concretarse las edificaciones proyectadas serán laceradas irreversiblemente. Es preocupante que en un contexto donde observamos en el país el comienzo de la crisis por la gestión del líquido vital, sequías y desabasto, no haya por parte del gobierno una visión de futuro que permita prever el valor real de los recursos que concentra la región y su potencial utilidad y valor a futuro. Su óptica cortoplacista en busca del aplauso obnubilado nos condenará a un porvenir fatídico.

Entre tanto, estas experiencias serán replicadas en sus consecuencias en otras áreas: expertos de la UNAM alertan de vaticinios similares en el cuarto y séptimo tramo del tren donde la zona de Calakmún sufrirá impactos graves y hablan del despojo directo e indirecto de tierras a 44 comunidades que no han otorgado consentimiento para la obra.

López prometió un tren con responsabilidad ambiental, pero opera en sentido contrario: un tren que margina, violenta derechos y destruye nuestra biodiversidad a costa del futuro. No hay argumento válido que logre reflexión por parte del gobierno, mientras en su narrativa cualquier dato o suceso sea desdeñado, no hay posibilidad de diálogo. La realidad no es militante de causas, aunque ellos lo crean, pero en su lógica esquizofrénica está se posiciona en su contra por mera voluntad. Un proyecto que de origen podría haber tenido objetivos loables se desvirtúa ante el capricho de la premura, dejando una estela caos y daño a su paso.

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