En tiempo de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar.

-Artículo 29 constitucional.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece las funciones primigenias de las Fuerzas Armadas en nuestro país: Defender la integridad, la independencia y la soberanía de la nación. Garantizar la seguridad interior. Auxiliar a la población civil en casos de necesidades públicas. Realizar acciones cívicas y obras sociales que tiendan al progreso del país.

Esto le ha importado nada al presidente. De acuerdo al 'Inventario Nacional de lo Militarizado', elaborado por el Centro de Investigación y Docencia Económicas CIDE, hasta el 2022, Andrés Manuel López Obrador ha asignado a las Fuerzas Armadas alrededor de 246 tareas que corresponden a dependencias civiles.

Hoy, las Fuerzas Armadas controlan puertos y aduanas; construyeron, y ya operan, el Aeropuerto Felipe Ángeles; construyen y operan las sucursales del Banco del Bienestar; son responsables de la construcción y eventual operación de tres tramos del Tren Maya; se les encomendó la remodelación de 32 hospitales y la distribución de vacunas durante la pandemia.

De igual forma, se les instruyó para apoyar el combate al robo de combustible; también custodian pipas y transportan hidrocarburos; distribuyen libros de texto; ejecutan el plan de vigilancia en la frontera norte para frenar la migración hacia Estados Unidos; construyen los cuarteles de la Guardia Nacional; participan en los programas Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro; distribuyen fertilizantes, y vigilan la entrega de los recursos de programas sociales.

Por si lo anterior fuera poco, se les han asignado tres terminales aéreas:

Palenque, Chetumal y Tulum, no sólo son responsables de su construcción, también de su operación y administración. Además, ha trascendido que el gobierno federal no renovó la actual concesión privada del Aeropuerto del Norte en el estado de Nuevo León, y entregará esas instalaciones a la SEDENA.

Y aún hay más. Con las reformas aprobadas por el bloque oficialista durante el 'viernes negro del Senado', y a reserva de lo que resuelva la Suprema Corte luego de analizar las eventuales impugnaciones de la oposición, el número de tareas ajenas a la naturaleza del Ejército y la Marina, podrían verse incrementadas cuantitativa y cualitativamente.

Los senadores del Presidente, aprobaron una reforma para autorizar que una paraestatal administre simultáneamente aeropuertos y aerolíneas. Recordemos que desde octubre de 2022, se anunció el lanzamiento de la línea aérea 'del bienestar' para recuperar Mexicana de Aviación, misma que estará bajo el mando de una empresa militar denominada 'Olmeca-Maya-Mexica'. Adicionalmente, se entregó a las Fuerzas Armadas el control absoluto del espacio aéreo.

Eso no es todo. Con la nueva ley que crea el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías CONAHTI, que sustituye al CONACYT, se incluye en la Junta de Gobierno de ese organismo, con voz y voto, a los titulares de SEDENA y SEMAR.

Además, los senadores de Morena aprobaron arrebatarle a FONATUR los ingresos de divisas que se destinaban al mejoramiento de infraestructura turística provenientes del Derecho de No Residentes DNR, impuesto que deben pagar los extranjeros al ingresar a México. Ese recurso, que de facto e ilegalmente hoy se va directamente al Tren Maya, ahora será administrado por la SEDENA. Por cierto, también se aprobó la militarización de las vías férreas de nuestro país.

Al asignarles tareas civiles a las Fuerzas Armadas, se desvía a éstas de su misión principal, y se corre el riesgo de debilitar su capacidad para cumplir con sus deberes fundamentales. Esto pone en peligro la seguridad nacional y compromete la eficacia de las operaciones militares en situaciones de emergencia.

Conocemos de sobra la capacidad de neutros ingenieros militares, pero difícilmente contarán con las habilidades necesarias para administrar empresas en sectores tan diversos. La construcción de infraestructuras y la administración de servicios requieren conocimientos técnicos y especializados que no forman parte del entrenamiento militar. Los militares están capacitados para el combate y la defensa, no para llevar a cabo tareas de gestión empresarial. La falta de experiencia en estos campos puede resultar en proyectos mal ejecutados, costos excesivos y problemas de calidad en los servicios ofrecidos.

Además, si las fuerzas armadas se involucran en actividades económicas, pueden ejercer influencia indebida sobre la política y la economía del país, generando desigualdades y distorsiones en el mercado.

Ni hablar de la corrupción, todo lo construido o administrado por las Fuerzas Armadas, es o puede ser susceptible de ser declarado asunto de 'seguridad nacional'. Esto implica que no podemos conocer, vía transparencia, los pormenores de un contrato, asignación directa o licitación pública. Para muestra un botón, ahí está el caso de la vida de lujos y opulencia del General Sandoval.

Empoderar sin razón a las fuerzas armadas, especialmente a la cúpula militar como lo ha hecho Andrés Manuel López Obrador, necesariamente nos lleva a una concentración excesiva de poder en manos de una institución que tiene, en la práctica, el monopolio del uso de la fuerza a través del armamento de combate.

El Presidente no entiende que el Ejército y la Marina, son instituciones de Estado que continúan en funciones, independientemente de la persona, partido o facción política que gobierne en el momento. Su cortoplazismo y su ego, son más fuerte que él.

La obsesión militarista de López Obrador, confirma que tenemos todo, menos un estadista al frente del país.

A partir de este sexenio, el riesgo de que llegue un presidente con un talante aún más autoritario que el de López Obrador, y en contubernio con la cúpula militar, utilice a las fuerzas armadas para perpetuarse en el poder, siempre estará latente.

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