El próximo domingo 2 de junio, México se enfrentará a una encrucijada histórica. Ese día, cada uno de nosotros tendrá en sus manos la oportunidad de salvar el régimen democrático y republicano que ha permitido el crecimiento y desarrollo de nuestro país y continuar perfeccionándolo. Estamos ante la última llamada para defender los principios y valores que nos sostienen como nación. Bajo el gobierno actual, hemos sido testigos de una sistemática erosión de nuestras instituciones democráticas, lo que nos lleva a preguntarnos si estamos ante un punto de no retorno.

Desde el primer día de su gestión, el Presidente ha preparado meticulosamente el terreno para lo que podría ser el mayor fraude de Estado en la historia moderna de México. La utilización de recursos públicos para favorecer a su partido, en detrimento del bien común, es una realidad que no podemos ignorar. La desviación de fondos destinados a programas sociales hacia campañas políticas, explotando de manera inhumana la necesidad de los más pobres, revictimizándolos es un claro ejemplo de cómo el poder se ha puesto al servicio de unos pocos, en lugar de beneficiar a todos.

El Presidente ha mostrado una actitud discriminatoria, facciosa y demagógica desde el inicio de su mandato. Sus conferencias mañaneras se han convertido en un espectáculo de manipulación. Utilizando técnicas que evocan los oscuros días de regímenes totalitarios, él recurre constantemente a falacias ad hominem, atacando personalmente a sus críticos en lugar de debatir ideas. La falacia del hombre de paja, donde distorsiona las posturas de la oposición para desacreditarlas, y la falacia ad populum, apelando a las emociones y prejuicios del público, son herramientas habituales en su discurso.

Estas tácticas no son nuevas. Adolf Hitler las utilizó con gran eficacia para consolidar su poder, y ahora vemos un eco preocupante en nuestra realidad política. El "character assassination" o asesinato de la reputación, se ha convertido en una práctica común en las mañaneras. Cientos de líderes de oposición, periodistas críticos, académicos, científicos y artistas han sido víctimas de esos ataques sistemáticos. La difamación no se detiene ahí; grupos sociales relevantes, como los familiares de pacientes con cáncer y los propios pacientes, han sido denostados. Gremios profesionales, intelectuales, empresariales, la clase media y sectores enteros de la economía han sido blanco de su retórica divisoria.

La tentativa de fraude de Estado que se está gestando se sustenta también en el ataque constante a las instituciones encargadas del equilibrio de poderes, la vigilancia en su desempeño, la rendición de cuentas, la transparencia, la legalidad y la imparcialidad. El presidente ha incurrido de manera constante en abuso del poder presidencial para ordenar a los legisladores de su partido a actuar como simples empleados, aprobando sus leyes "sin cambiar una sola coma". Desde el inicio de su gestión, ha implementado una estrategia constante de control y hostigamiento al poder judicial de la federación. Este control llegó a momentos extremos cuando Arturo Zaldívar se prestó a poner al servicio del poder ejecutivo a la judicatura federal cuando fue presidente del máximo tribunal, incluso intentando reelegirse.

La patológica pulsión de control del Ejecutivo para atropellar a todo lo que criticase o se opusiera a su forma de pensar tuvo otros episodios dignos del México autoritario, de inspiración echeverrista o garrido canabalista: la designación de ministras y ministros de la corte con miras a usarlos como tentáculos en Pino Suárez (aunque en esto no ha tenido un éxito total gracias al pundonor y compromiso con la Constitución de 2 de 5 designados); la captura de la presidencia de la Comisión Nacional de Derechos Humanos; el nombramiento del fiscal electoral, José Agustín Ortiz Pinchetti, un eficaz ejecutor del culto a la personalidad de su amigo Obrador; y el nombramiento de la fiscal anticorrupción, tan eficaz que las sentencias por dicho delito se cuentan con los dedos de una mano.

López Obrador también ha arremetido contra el Instituto Nacional de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales (INAI), encubriendo cualquier acción sospechosa de ilegalidad de su aparato gubernamental. Lo mismo se puede decir de su feroz guerra contra el Instituto Nacional Electoral (INE), que ya muestra signos de haber sido alienado y ha visto afectadas sus funciones. Esa guerra de conquista se ha querido extender a otros órganos autónomos como el Banco de México, la Comisión Federal de Competencia Económica, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, el Instituto Federal de Telecomunicaciones y la misma Fiscalía General de la República.

Con todo el elenco de reguladores y vigilantes neutralizado, cree que su plan maestro para imponer a quien ha llamado su "corcholata", Claudia Sheinbaum, dará resultados. Todos estos agravios, junto con el desastre en seguridad, salud, educación, desarrollo económico, campo, agricultura y medio ambiente, deben terminar ya. La amenaza patente de un infame e infausto plan C que pretende imponer jaque mate a la república, será detenida el próximo domingo 2 de junio.

Sabemos que Sheinbaum es militante fiel del obradorismo desde su código genético y que habrá de desarrollar su programa e incluso de llevarlo al paroxismo. Ella en toda su carrera política no solamente no ha tenido un solo logro memorable, sino que por donde pasa deja una estela de escándalo, destrucción y muerte… y casos NO ESCLARECIDOS y en los que no ha habido justicia.

Si el derecho y deber de votar es acatado y cumplido en cantidad suficiente, la intentona de reelección de López a través de Sheinbaum será derrotada. Por eso es importante no solo cumplir en lo personal con esta cita con la democracia, quizás la última, sino también motivar y animar a nuestro círculo de personas cercanas para que igualmente sufraguen.

El próximo 2 de junio, México tiene la oportunidad de levantarse para defender su régimen democrático y republicano, para asegurar que las generaciones futuras vivan en un país libre, justo y próspero. Votemos por Xóchitl Gálvez y detengamos la amenaza que se cierne sobre nuestra nación.

Coordinador del GPPAN y Presidente de la JUCOPO

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