El Partido Acción Nacional nació hace 85 años como respuesta a una realidad política compleja. En un México marcado por el caudillismo y la hegemonía de un solo partido, surgió con la misión de ofrecer una alternativa democrática, basada en el respeto a las instituciones y los valores republicanos. Como ahora, eran tiempos en que el país necesitaba con urgencia una voz distinta que contrarrestara el monopolio del poder y que construyera una oposición capaz de hacer frente a las amenazas autoritarias.

A lo largo de los años, el PAN se consolidó como la fuerza política que desafió ese régimen hegemónico y, en el año 2000, logró lo que parecía imposible: la alternancia en el poder. Esta generación de panistas está llamada a renovar el mismo compromiso fundamental para con la República, el que hicieron nuestros antecesores:  hacer de México un auténtico estado libre, donde quepamos todos y donde no por pensar distinto puedas seas tachado de traidor a la Patria.

Para eso el PAN debe reinventarse y recuperar su papel como el mejor vehículo para darle un destino de dignidad, de justicia, de libertad, de democracia y de bienestar a todas las y los mexicanos que vivimos en este gran país.

La reciente aprobación del registro de la planilla que encabezo para la dirigencia nacional del PAN marca el inicio de una etapa crucial para el futuro del partido y de México. La celebración de esta contienda abierta y democrática representa, no solo un logro interno, sino una señal de la capacidad del PAN para reorganizarse, reconstruirse y presentarse como una alternativa sólida ante la crisis política que vive el país.

Durante los próximos 45 días viviremos una contienda real donde más de 300 mil panistas decidiremos quiénes habrán de coordinar las acciones de nuestro partido. La elección es democrática y abierta a toda la militancia, como en ningún otro partido de nuestro país. Y es precisamente en esta competencia interna donde radica la fortaleza del PAN: la capacidad de renovarse a través de procesos democráticos que contrastan con la verticalidad y el autoritarismo que vemos en otros partidos.

Sin embargo, el reto es mayúsculo. El PAN no solo debe reorganizarse internamente, sino también reconectar con la ciudadanía y proponer soluciones claras y contundentes a los problemas que enfrenta México. Se tiene la tarea de articular una agenda que combine los principios históricos del partido con las demandas actuales de la sociedad mexicana. El reto no es menor, especialmente cuando se enfrenta a un gobierno que a pesar de sus múltiples errores y cuestionamientos, sigue manteniendo un alto grado de popularidad.

La planilla que encabezo -con experiencia de gobierno y juventud- habremos de trabajar por la unidad y la renovación del partido, con un enfoque en la inclusión, la apertura y la modernización. Esto implica acercarse a las nuevas generaciones, que muchas veces ven a los partidos tradicionales como instituciones alejadas de sus preocupaciones. Además, de promover una postura firme y responsable en el Congreso y en todos los espacios de poder, sin ceder a las tentaciones de convertirse en una oposición complaciente.

El PAN tiene un legado que defender y una historia que lo respalda como el partido que fue capaz de enfrentar y vencer a un régimen que parecía invencible. Pero también tiene una deuda con las y los mexicanos: convertirse en una opción real de gobierno, que no solo critique, sino que proponga y actúe con responsabilidad. En un país donde la democracia se tambalea y la división social es cada vez más profunda, Acción Nacional tiene la obligación de estar a la altura de los desafíos actuales.

En la próxima dirigencia nacional de Acción Nacional, una de las prioridades debe ser establecer como norma la participación ciudadana en elecciones primarias para la selección de nuestras candidaturas. Es esencial que rompamos con la inercia interna que ha limitado nuestra capacidad de renovación y apertura. Al permitir que la ciudadanía participe directamente en la elección de nuestros representantes, no solo democratizamos nuestros procesos internos, sino que también nos aseguramos de que las candidaturas reflejen de manera más fiel las aspiraciones y preocupaciones de la sociedad.

Abrir el partido a voces críticas y diversas es una estrategia que fortalecerá nuestra legitimidad y nos permitirá conectar de manera más efectiva con la realidad que vive el país. En un contexto donde la desconfianza hacia los partidos políticos es alta, es crucial demostrar que estamos dispuestos a escuchar, a cambiar y a construir una opción política que no se encierre en sí misma, sino que sea verdaderamente inclusiva y representativa.

Hoy, más que nunca, México necesita un PAN fuerte, unido y decidido a defender la democracia. La responsabilidad es enorme, pero la historia nos ha enseñado que, con el liderazgo adecuado y el compromiso de su militancia, es posible construir un mejor futuro para todas y todos. Tenemos la oportunidad de demostrar que Acción Nacional es, y seguirá siendo, el partido que, desde la oposición, ve por realmente por el bien de México.

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